miércoles, 2 de julio de 2025

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Muñoz Degrain, el gran olvidado

 


       Paisaje del Pardo después de disiparse la niebla. Muñoz Degrain


Antonio Muñoz Degrain nació en 1840 en Valencia y murió en Málaga, que consideraba su ciudad de adopción, en 1924, después de una vida plena de éxitos en la pintura.

Se inició en el estudio de la Arquitectura por influencia de su padre, relojero de profesión de origen francés, afincado en Valencia. Posteriormente, se encaminó por la pintura y entró en la Academia de San Carlos de Valencia.

Su inquietud le llevó a trasladarse a Madrid y luego a Italia donde, sin dinero, fue dicen sus biógrafos, andando. Conoció La Toscana. Años después, ya becado, estudió en Roma donde pintó una de sus grandes obras Los Amantes de Teruel ponderada por la crítica. La obra supuso su consagración.

Estuvo muy influenciado por la pintura paisajística de Carlos de Haes.  Su llegada a Madrid influyó en el cambio de los estilos de la pintura imperante. Dicen que de él tomó la fuerza y la expresividad de los trazos seguros e impactantes hasta el punto que el espectador se ve inmerso en la obra que contempla ante sus ojos.

Íntimo amigo de Denis Belgrado, profesor en la Escuela de Bellas Artes de San Telmo, en Málaga, lo reclama para que colabore con él en los frescos del Teatro Cervantes. Después realiza cantidad de obras en Madrid y exposiciones por museos importante del mundo. Fue profesor en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Entre sus alumnos figura Pablo Ruiz Picasso del que dicen que no asistía a clase y se iba al Prado…

Antonio Muñoz Degrain fue uno de los artistas más difíciles de clasificar en su tiempo. Se vio, en cierto modo – aunque parezca un contrasentido – eclipsado por la luz de Joaquín Sorolla, el pintor más sobresaliente que ha dado Valencia en los siglos XIX y XX.

Maestro en el uso de colores fuertes, vivos, atrevidos. En sus cuadros juegan los malvas, lo azules intensos, los lilas suaves y tibios. Los críticos se veían desbordados; los gustos de la época, anclados en una pintura conservadora, superados.

No se puede encuadrar entre el elenco de pintores románticos pero sus cuadros superan la imaginación y derraman dramatismo. No es un realista, pero la fantasía está presente en sus paisajes naturalistas.

Obras suyas son, entre otras, Antes de la boda; Paisaje del Pardo al disiparse la niebla; Vistas de Granada y Sierra Nevada; Recuerdos de Granada o Vistas tomadas en los Pirineos Navarros.

El Museo del Prado, en el Pabellón Villanueva, expone una selección de otras. Permanecerá abierta hasta el 6 de enero de 2026

 

 

Bibliografía:

·         Antonio Muñoz Degraín, cat. exp., Madrid, Caja de Madrid, 1995.

·         Rodríguez García, Santiago, Antonio Muñoz Degraín. Pintor valenciano y español, Valencia, Instituciò Alfons el Magnànim, 1966.

 

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