martes, 29 de julio de 2025

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Cuatro pilares

 


                  Tierra de Campos. Castilla


Julio, 29 martes

 

Todo en la vida es subjetivo, hasta la muerte. Decía el maestro Alcántara que es la única representación para la que no hemos ensayado y cada uno la interpreta como le toca. En todo, el contraste de opiniones tiene su sitio. Aquello de “para gusto”, esas cosas…

Desde mi modo de ver la novela en la literatura española se apoya en cuatro pilares: Cervantes, Galdós, Baroja y Delibes. Cada uno en su tiempo. Cuatro estilos diferentes, distanciados en la temática y en el estilo.

Cervantes, el primero, en el tiempo, y en el cuerpo. Su obra, El Quijote que muchos dicen que han leído, pero no es verdad. Otros han picoteado a salto de mata o de página y quien se ha parado y ha degustado – unos más que otros, según que capítulos – las andanzas del loco que pretendía arreglar el mundo. La ilusión y la realidad que viajan en un caballo famélico o en un burro perezoso…

Don Benito llegó a Madrid desde Las Palmas de Gran Canaria, Dejó el mar océano de su isla y lo cambió por el mar de la vida de la capital de España y cuando no, por la propia Historia de España. Dio a conocer, de manera novelada, la realidad de un país que había perdido el ritmo de otros países de Europa hacía mucho tiempo. Aferrado - el país- , a veces, a una tradición que languidecía y al reflejo de unos personajes que era el cuadro más vivo y real de su tiempo. Él que vio – y nos contó - la vida interior de sus personajes, murió ciego.

Don Pío, era mitad Zacalaín y mitad don Silvestre Paradox. Vera de Bidasa estaba aparcada en una estación inexistente junto al parque del Retiro, muy cerca de su última casa donde murió,  en mañana de niebla madrileña de finales de otoño. Él que decía, al final de su vida, que no viajaba nunca a ningún sitio donde no pudiera regresar de noche a su casa, nos llevó por los mundos más soñados, y algunos que nos abríamos a la lectura a mimetizarnos con algunos de sus personajes.

Miguel Delibes era Castilla adusta, seca, concreta; adjetivos los preciosos y si era posible, ninguno. El Hereje, nos retrató la vida difícil para muchas personas. Vivían en una tierra dura con los suyos y expansiva en otros lares. Todos fuimos un poco, Antón, el ratero, aquel niño donde lo primero de cada día era comer, o el cazador cazado con el morral lleno, o el dolor de la sombra, que a veces se alargaba más de la cuenta. La injusticia de la muerte de “la Milana”.  “Señorito, no le tire, es la Milana”.. y la crueldad, que forma parte de la vida, bajó a la página….

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