De niño admiraba los trenes; de
grande, una obsesión; ahora, cuando la vida declina y dicen que el ecuador ya
está un tanto lejos, los ve como algo mitad ilusión, una realidad que ha cambiado
y algo que ya pasó.
Mis primeros viajes en tren
eran a la estación de Cártama y a Málaga. A la primera con más frecuencia. El “doce”
era un tren de mercancías que los domingos llevaba un vagón que admitía
viajeros. El nombre, una entelequia. Nunca venía a su hora. Nosotros íbamos a
casa de mis tíos Ezequiel y Antonia. Mi tía tenía siempre un puchero esperándonos.
Mi tía tenía manos de ángel para cocina. La hora que siempre estaba sobrepasada y que
estaba guisado con carbón mineral - ¡aquello quemada, Dios cómo quemaba! – era algo
delicioso. El regreso, al atardecer, en el mixto.
Luego vino el primer viaje a
Madrid en el Express. Toda la noche de viaje. Era verano, las campiñas de
Córdoba olían a rastrojo. En la estación de Aranjuez unos golpes secos y
metálicos sobre las ruedas me despertaron… Al rato Madrid. ¡Cómo era Atocha
entonces!
Un mes de curso de verano en
Ciudad Real me dio a conocer unas tierras hasta entonces solo leídas o vistas en
los mapas. Regresamos con un tren de carbón (Puertollano-Manzanares) y allí enlazamos
con el Costa del Sol que venía de Madrid a Málaga… “Tú, sabes que si tienes un
accidente, este billete no es válido porque va escrito por detrás” dijo el
interventor y agregó: “!Estos jóvenes! no
tenéis arreglo…” (Recuerdo el texto como
si lo tuviese delante).
Era Semana Santa. Con José Luis
Araujo sacamos un kilométrico en las oficinas que tenía Renfe en calle Strachan.
3000 km. El revisor cortaba los kilómetros de estación a estación. Recorrimos
muchas tierras de España. En Madrid, de regreso, tuvimos que incrementarlo con
43 km. Habíamos fundido la capacidad anterior…
Vinieron, aquella víspera de Navidad
en Espeluy. ¿Soldado, usted no va para Málaga? Sí. Este tren lo cortaron en
Valencia. Esta parte, para va Almería; su tren está en la vía 2… Dese prisa, y
yo corrí por las vías con todo lo que daba un petate al hombro y las ganas de
llegar a casa. Y, luego, las 25 horas de
Barcelona a Málaga en el ‘catalán’, y Bobadilla y Málaga encubridoras y el
Talgo y tres días con sus noches en la Plaza Vázquez de Mella y…
La gran experiencia fue el Transiberiano.
Moscú-Jabarosk donde se unen el Amur con el Ussuri. A los occidentales no nos
permitían llegara a Vladivostok… ¡Ya ven
cosas que pasan!
Hoy la actualidad habla de un
puñado de gente que están en todas las pantallas de las televisiones. Estamos
empachados. He optado por el chaca chá del tren… Ustedes perdonen.
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