lunes, 7 de octubre de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Alhama de Granada.


                                     


             Alhama de Granada

 

 

7 de octubre, lunes. De lejos es ciudad parda y difuminada. Se mimetiza en el paisaje. Despunta la torre de la iglesia, del XVI, levantada, según los papeles, por Siloé, y una masa frondosa de chopos y de álamos negros. 

La masa verde es el parque. Te topas con él nada más llegas. En los pueblos un agrupamiento - sin que llegue a alameda - de árboles se llama, indefectiblemente, “parque”. 

Por aquí estuvieron turdetanos, romanos y musulmanes. Se asienta cabe un río: el Marchán. Luego, cambia de nombre, el propio de pueblo, que tampoco, ¡qué caramba!, es pecado mortal. Al menos, en otros lugares lo hacen así. 

Date una vuelta por el pueblo. Llégate a donde la iglesia. Asómate a los barrancos. Quedan cerca. Detente y observa. Un pajarillo enjaulado salta y salta ajeno - ¿o no es así? -  al paisaje que se abre más allá de sus barrotes. Su libertad, convendrás, es muerte segura en las garras de algún gato paseante nocturno, o de su propia incapacidad para buscar comida fuera del comedero de jaula; mira cómo pasan mujeres  enlutadas con pañuelo a la cabeza. Los niños corren detrás de un balón. Bota de aquí para allá. Disfruta la chiquillería. 

Deambula. Si te parece, adéntrate en una de esas tiendas donde venden de casi todo. Por ejemplo recuerdos que te ocupan sitio y no los quieres para nada; cerámica - esa sí. Es buena - de Fajalauza; libros de estudiosos y universitarios locales que escriben sobre su pueblo. 

Cómprate, - no es mala costumbre - algunos. Son libros que no se leen de inmediato. Se vienen a las manos cuando, en las tardes de invierno, la noche se echa encima y se cambia luz por intimidad. 

De uno de ellos supe que se llamó Astigi, y los árabes le dieron por nombre Alhama (el baño), por sus aguas termales curativas. En otro, que en la Guerra de Granada jugó papel de primer orden y como otras plazas, ganada, perdida, conquistada .. En un tercero, de tropelías, pillajes, bandidajes realizados por las tropas de Napoleón. 

Un terremoto, Navidad de 1884, llevó la destrucción total. Se salvaron el puente romano y las termas árabes.

El destino y el camino quieren que bordees las tapias del Camposanto. Si, tienes suerte que la luna ande en el creciente del solsticio de verano, aparecerá, a media tarde, sobre almendros cargados de frutos a punto de madurez. El viento del norte deja el cielo azul y limpio. Las urracas - tierra fría - sobrevuelan los campos.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario