30 de octubre, miércoles. Satanás es un hijo de mala madre.
Se levantó de madrugada – que es cuando se las anda la gente de su calaña que
tiene malas ideas – se quitó la capa y se puso a torear por revoleras. Que sí,
que sí, que es de esa manera cuando la capa da vueltas por un lado y el toro va
por el otro.
Dicen que había una Dana (antes
se llamaban tormentas de verano, luego gotas frías y, ahora, danas) en el Golfo
de Cádiz. Mandaba aires de poniente a voleo. El agua del mar con más
temperatura de la que debe tener ya en estos meses y los vientos fríos venían
del Polo. ¿Entiende ahora el porqué de la capa por un lado y por el otro, el
toro?
Dicen, también, que en el mar
de Alborán – ese cementerio azul más grande del Planeta que está entre África y
Europa – se había formado una ‘perturbación’; otra, en las Baleares; sobre la Comunidad
de Valenciana, la tercera. Juntas y revueltas. La capa giraba al viento y el toro
entraba por donde quería… Andalucía – en mi pueblo Álora, anduvimos sin miseria
- en Almería, en otros lugares... El hijo de mala madre, o sea Satanás, no dijo
que ahí lleváis eso. Solo lo vimos crecer y crecer un agua maloliente y turbia.
Nadie fijaba el toro…. Sonaban clarines y timbales, o sea, truenos y luminarias
que llaman rayos y relámpagos.
De lo que ha venido después estamos
más que enterados. He recibido correos y mensajes desde Portugal a Cornellá de Llobregat;
desde Miami a Mallorca; desde pueblos perdidos y desde ciudades importantes. No
es posible la transcripción. Solo para muestra dejo constancia de una:
- “Estoy contigo”.
A unos les contesté; a otros,
también, con un silencio entendible, a mi manera. Todos sabían que, a veces, la
mejor palabra es la que se queda dentro. Ayer no escribí ese artículo diario
que alguien espera. Hoy, como que casi tampoco, pero tenía que ser honesto con quienes
me ayudáis a llevar el mal sorbo- y
conmigo mismo:
- Gracias, hermanos.
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