2 de octubre, miércoles. Hay
nombres que lo dicen casi todo. ¿Atrás, de dónde? De la calle de la Parra que
durante mucho tiempo – a caballo entre los siglos XIX y XX – se consideró la
arteria principal del pueblo por el asentamiento de parte de la población que,
en cierto modo, dominaba sobre quehacer diario: burguesía terrateniente,
médicos, letrados, oficina de los Sindicatos Verticales, Registro de la
propiedad, Instituto Nacional de Previsión, Escuela Pública femenina, farmacia…
La calle de Atrás, obviamente,
estaba al otro lado. En este caso incluso un escalón – la orografía lo marca
así – más baja. Algo parecido ocurre con la calle Algarrobo. Las dos escoltan,
paralelas. El asentamiento de los pueblos tiene cosas muy peculiares. En este
caso se cumplen a la perfección.
Conecta la Fuente Arriba con la
Plaza Baja de la Despedía. Es una de las calles más largas del pueblo. Durante
muchos años fue una de las arterias que unía el casco antiguo de la localidad
con la zona de nuevo crecimiento y expansión. Sucesivamente tuvo diferentes
nombres a lo largo de la historia. Se llamó, Gabriel Sánchez, Francisco
Rodríguez, Juan de Mayorgas, Real, y Canónigo Morales.
Es una calle lóbrega en la que
no penetra el sol, ni cuando sale, ni en el sol poniente, por la altura de los
edificios que lo evitan dando una sensación de calle húmeda y muy fría hasta el
punto que apenas tiene negocios ni establecimientos públicos. Es una calle de
tránsito necesaria para acercar sectores lejanos de la localidad.
Frente a la parroquia, en la
casa del Licenciado Mayorgas, una placa recuerda que allí se alojó el Rey
Felipe IV cuando pernoctó en la ciudad camino de Antequera el Martes Santo, dos
de abril de 1624. (En aquella época la iglesia, en construcción. El culto y
pila bautismal aún estaban en la parroquia de las Torres).
En sentido ascendente, a la
izquierda, un poco más arriba, una escalera la comunica con el final de la
calle de la Parra y el comienzo de la de Zapata. Calle, arriba, por su parte
derecha arranca la calle Nueva o Callejuela que busca salida hacia el arroyo de
la Tenería…
Otro mosaico y una argolla
donde se amarraba el cordel recuerdan que en los días de Navidad en ella se
celebraban los meceeros. Una letra habla de la poesía y el encanto del
momento: “Todos el cantan a todos / y a ti no te canta nadie / siendo tú el
mejor racimo / de la parra de tu calle”.
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