martes, 1 de octubre de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Las cigüeñas de la torre.


                         



1 de octubre, martes. El otoño está llegando a Castilla por donde viene siempre, o sea, por el curso de los ríos. Las choperas se visten de oro viejo; algunas muestran sus ramas desnudas. Esperan los fríos que no tardarán mucho.

El viajero subió a la Meseta por la Ruta de la Plata. En Salamanca hizo un giro. Cruzó el Tormes. Venía azul y plácido; venía tranquilo como lo veía don Miguel, don Miguel de Unamuno, “De Salamanca cristalino espejo / retrata luego sus doradas torres, /pasa solemne, bajo el puente viejo…”

Simancas encierra los tesoros de los Documentos en su Archivo General; Tordesillas, el recuerdo de Doña Juana. Comuneros y tierras en pie de guerra contra Carlos, hijo y Emperador de un Imperio que dominaba el mundo; Castilla, sublevada. “Morados pendones viejos/ violados de tanta espera”.

El viajero ve indicadores para Dueñas y Venta de Baños y recuerda el nudo ferroviario por el que pasó una noche, de madrugada, en un tren con máquina de vapor,  cuando era muchacho y ya gustaba de ver y empaparse de otras tierras. Entra en Palencia – donde estuvo la primera Universidad de España – por la avenida de Valladolid y por Modesto Lafuente y Manuel Rivera llega a Casado del Alisal donde tiene apalabrado alojamiento.

Se echa la noche. Se lanza a la calle. En la glorieta de San Lázaro gira a la derecha. Baja por la calle Burgos, entra porque aún está abierto (un puñado de mujeres rezan el rosario) en el monasterio de Santa Clara. La historia salta a la vista. Siglo XIII, Cristo yacente de regular gusto, terrorífico; sepulcros en mármol de los fundadores. Deja a las personas en sus cosas…

Luego, sigue hasta la Catedral de San Antolín porque en Palencia le dedican su catedral a San Antolín. El nombre de la calle, Jorge Manrique, evoca al poeta: “recuerde el alma dormida, / avive el seso e despierte / contemplando…”

Sobre los pináculos del templo, en los aleros del tejado, en las torres, las cigüeñas, espaciadas entre sí, esperan que pase la noche. ¿Tendrán hecho ya el equipaje?

Deambulo, sin rumbo fijo, pregunto “¿calle Don Sancho? Barbeito me había recomendado “No te vengas sin probar los torreznos sorianos de Lucio”. Le hago caso. Al maestro siempre hay que hacerle caso. Lo compruebo. El maestro lleva toda la razón del mundo; Susana, me dijo casi lo mismo, pero con las tortillas de patatas de La Encina. ¡Increíbles!

Salgo a la calle. Ahora, - 9º - para mí, sí hace frío.

 

 

 

 

 

 

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