jueves, 10 de octubre de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El Seminario


                            


10 de octubre, jueves. Don Manuel González García, o sea san Manuel Gónzález, decidió cambiar la ubicación del Seminario. Aquel antiguo semillero de servidores de Dios y del pueblo estaba en un edificio casi inmundo y lúgubre de la calle Santa María en el centro de la ciudad, esquina de Molina Larios – por cierto, otro de los grandes obispos de Málaga, y que tampoco era de aquí.

Se contaba como anécdota que los seminaristas en una pared del edificio habían escrito: “Hasta aquí llegó el sol” y al lado la fecha del acontecimiento. Don Manuel buscó para aquellos futuros sacerdotes el Sol que alumbra por dentro, y naturalmente, el otro que calienta los cuerpos.

Decidió llevarlo a las afueras de la ciudad. Buscó un sitio en el Camino de los Almendrales. Les encargó el proyecto a Guerrero Strachan, R. Benjumea y a F. Loring. Lo diseñaron en estilo mudéjar - según decía él, san Manuel, sin puertas porque se entraba por la puerta de la Capilla y con cero pesetas de fondos – de ladrillos vistos, aireado y rodeado de árboles.

Desde la explanada, a sus pies Málaga. Lugar ventilado, en las alturas -¿buscó estar más cerca de Dios? – rodeado de calma donde la oración y el estudio fuesen pilares de formación, envuelto en calma y luz, con árboles cercanos y a donde llegan las brisas del mar como una caricia para el cuerpo y a para el alma….

En su doctrina infundió tres preceptos básicos. Jesús en el Sagrario, o sea, Oración; servir a la iglesia “de balde y con todo lo nuestro”, es decir, entrega total y desinteresada y, tercero,  renuncia a sí mismo y para eso diseñaron la galería de la Obediencia donde todos los días los seminaristas a su paso pisaban lod grandes defectos que atacan al hombre: la hipocresía, la soberbia…



Desde la galería se bajaba a un pequeño jardín y de allí a la Virgen Blanca del recreo. En la Capilla que la dedicó al Buen Pastor, en los brazos de la Cruz puso un mensaje para que a nadie se le olvidase. “Buen Pastor, haznos pastores buenos, danos almas por ovejas…”

Don Manuel era un hombre excepcional. Llegó a Málaga desde Huelva – entonces arzobispado de Sevilla – donde había realizado una labor social en la parroquia de San Pedro enorme conjuntamente con Manuel Siurot y pretendió extenderla en Málaga. Luego los acontecimientos fueron por otros derroteros y su vida corrió muy serios peligros.  Sus días terminaron, después de un exilio en Gibraltar, en Palencia donde está enterrado.

 

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