jueves, 3 de octubre de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La Fuente Arriba


              Fuente Arriba (década de los sesenta, siglo XX). Álora

 

3 de octubre, jueves. Cuando yo era muchacho, si llegabas a la Fuente Arriba (la “de” nos la comemos. Somos así) a cualquier hora del día la Plaza estaba abarrotada, pero, no; no era fiesta. Aunque lo pareciera. Estaban de chácara.

La Fuente Arriba, según la hora, tenía su público.

Temprano, los que trabajaban, los madrugadores. Por cierto, podías tomar una manzanilla del Hacho, claro, en el “Madrugón”. Un chorreón de limón le iba bien. Limpiaba la resaca del día anterior y predisponía el cuerpo para aceptar lo que viniese. Además, tenías gratis el periódico del pueblo.

Al poco de apuntar la mañana comenzaba el trasiego: a por la leche a casa de Paca, ‘la de las Caballerías’; a casa del Pintor por polvos colorados;  Catalina, la de Tolox, vendía agujas y lanillas; Pablito, canela y el mejor bacalao; a casa de Hortensia por el pan y a la de Hierrezuelo por el pescado; Miguelito ‘el de Felipe’ vendía azúcar; Juanico Díaz, verduras; Guidú, leche condensada; en casa de Rafael Lería ‘arencas’ y mortadela – vendía, también, jamón y queso pero… - y José Rodríguez Racero que, había venido de Ronda, hacía los mejores bollos de chocolate. De la posada, después de pernoctar, salían las bestias.

A media mañana no se cabía. Te podías parar a escuchar lo que hablaban: del cura, del gobierno, del tiempo.

A mediodía, en el Chismo, en el Central, Tito Pepe, o en el patio de la “Balita” - café fundado en 1911 – como reza en la puerta se hablaba del gobierno, del tiempo o del cura.

La gente se agolpaba en el cuello de botella que da acceso a la plaza. ¿Por el sol en verano?, ¿por los coches?, ¿por el gusto de estar apretujados?, ¿por todas las cosas a la vez?

La velada era diferente, según la estación se acudía, antes o después de la siesta. Según la estación también cambiaban el orden de los temas y ¿cómo no? se hablaba del tiempo, del cura y del gobierno.

La Fuente Arriba, aunque parezca raro, debe su existencia a una guerra que dejó un solar - el que ocupaba el Beaterio de la Concepción derribado en el verano de 1936 - y a la competencia que, antaño, ejercía con la que había en la Plaza Baja. Eran fuentes con carisma; las demás, de segunda.

He dejado de ir a la Fuente Arriba. Se me han ido yendo  los amigos: Fernando Espíldora, Paco Parras, Juan y Pedro Martos, Juanito Rivas, Paco Navarro, Diego Mamely… Flota su recuerdo y su ausencia. Me encuentro con otra gente y… De todos aquellos solo Miguel Leandro que viene los sábados… y los versos de Juan Ramón que dicen que el “pueblo se hará nuevo cada año”.

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