31 de julio, miércoles. No se sabe si las autoridades han perdido el sueño porque los jóvenes han dejado de compartir una copa de vino con los amigos y se han pasado a las bebidas duras. No dan explicaciones. Solo, de vez en cuando, alguna nota explicando qué ha pasado como si algunas cosas necesitasen explicación. (Hay gente que tampoco puede dormir pero dicen que es por mor de la calor).
Con esta epidemia de
televisiones que tenemos es raro el día donde no nos deleitan con una pelea de
gente joven. Antes era durante los fines de semana; luego, se extendían a las
ferias a las fiestas patronales. Ahora parece que ya puede valer cualquier día
de la semana para liarla, No faltan las imágenes de las sirenas luminosas de
las ambulancias o de los coches de policía.
Casi todas ocurren de noche, en
la puerta de alguna discoteca donde al parecer la mezcla de ciertas sustancias
y el alcohol duro tiene un final previsto donde por no faltar casi nunca falta
alguna navaja y ya se sabe que esas mezclas no suelen terminar lo que se dice
bien.
El otro día me comentaba un
amigo que ahora la gente a esos sitios no va a compartir un rato entre amigos
sino a ver quién se emborracha primero. Cuando se mezcla gasolina con otras
sustancias que son altamente inflamables no hay que ser muy listo para
averiguar lo que viene detrás.
En muchos de esos barrios - los
otros tampoco están exentos – donde por lo genera vive gente humilde que ha
conseguido una vivienda con mucho sudor y trabajo casi todos terminan con una
muletilla conocida: “aquí no se puede vivir”
Hay brotes de agresividad –
ahora le llaman bandas – donde al parecer se programan entre ellos para ir a
pegarse, o sea a buscarse una ruina de por vida que es el final del que siente
en el interior su cuerpo el filo frío de la navaja impulsas por una mano
asesina. Las cosas hay que llamarlas por su nombre.
Dicen que antes entre amigos se
juntaban, tomaban unas copas y se echaba el rato. En una de aquellas reuniones
uno de los presentes dijo:
- Fíjate si el agua es buena
que la bendicen, a lo que contestó otro
- Pues mira el vino que lo consagran.
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