jueves, 11 de julio de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Raíces perdidas en el tiempo


 


 Termas romanas de Canca

 

11 de julio, jueves. Hay vestigios de presencia fenicia que vinieron desde el otro extremo del Mediterráneo en Álora y en su entorno. Se sabe de la existencia de dos alfares en el arroyo Hondo, en las cercanías del Guadalhorce. Se usaron para el transporte de vino y aceite. El río en aquel tiempo remoto debía tener un caudal aceptable para la navegación de pequeñas embarcaciones. El Museo Municipal Rafael Lería exhibe una muestra muy interesante de piezas de un gran valor histórico.

Posteriormente llegaron los romanos. Hay noticias ciertas de que el rio fue navegable para embarcaciones de pequeño calado hasta Cártama e incluso un poco más aguas arribas que ofrece un ramillete de restos en quintas y piezas encontradas en su suelo muy considerables.

En Álora también se han hallado vestigios de aquellos tiempos, Las termas de Canca, las más considerables. No queda ahí la cosa y hay otras dispersas que, a lo largo del paso del tiempo, a veces, gracias a las labores agrícolas, han aflorado.

El yacimiento romano del Cerro de las Torres probablemente fue el asentamiento primitivo de Iluro que pudo abandonarse posteriormente. Se ha encontrado presencia de cerámica de barniz negro.

El yacimiento romano del Tesorillo  está ubicado en la margen derecha del arroyo del Espinazo del Perro sobre una plataforma amplia existente en la cima de una loma. Entre el material encontrado destacan piletas, restos de muros hasta 15 m. de longitud, materiales cerámicos y numismáticos.

En el yacimiento romano del Olivar de la Tumba, entre las carreteras de Flores y de los Llanos se han encontrado restos de una pileta recubierta opus signinum. Probablemente allí se ubicó, en un principio, un lagar.

La Necrópolis romana del Cortijo de la Parda estaba en el carril que une el Valle de Abdalajís con El Chorro cercana al cortijo de la Parda, en la falda sur de las Sierra del Valle. Se han hallado restos de tegulae, imbrices y lajas de piedras bien escuadradas.

En la Necrópolis romana del Cortijo Melero apareció un sarcófago de plomo. La tumba tenía 2 m. de larga, de forma rectangular, limitada por losas de piedra y cubierta, por un gran ladrillo o losa de cerámica d 60 x 60 x 8 cm. Expoliado, el trozo de sarcófago que quedó, fue vendido a un chatarrero. Pesó 190 Kg.

Todo esto desembocó en la existencia de un municipio (Municipium Iluritanum con constancia de su presencia el año 90 d. C. bajo el mandato de Vespasiano.

 

 

 

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