lunes, 1 de julio de 2024

Tiempo de verano

 

                                       


1 de julio.- Será que las cosas, inescrutablemente deben cumplirse. No lo parece, pero es verano. Lo dice el calendario y ese aire caliente que, en ocasiones, sopla y despeja cualquier posible duda si la hay. No deja de ser un paño caliente. No es precisamente, para este mes, el uso de paños calientes lo más recomendado. 

La miseria de las dos Españas salta por todos lados. No hay más que mover el dial de la radio la radio, echar un vistazo al periódico o pegar la hebra en cualquier conversación. De unos años a esta parte se está removiendo un substrato volcánico que asusta. Escuchar según qué emisora es garantizarse el amargamiento y el berrinche para todo el día; sintonizar según que otra sentir el baboseo que chorrea. Las hay, también adalides sin nombre del pesebrismo barato porque al parecer viven de eso que les pagan. En la prensa escrita ocurre casi más de lo mismo. Hay diarios que andan por raíles diferentes. Cuando yo era niño en la escuela nos explicaban que las líneas paralelas eran aquella que por mucho que se prolongasen nunca se encontraban, “como los raíles del tren”. ¿Viajará España en un tren imposible? (Hasta hace unas fechas los AVE, esos trenes de los que presumíamos de modernismo ponían una nota diferencial, ahora ya también llegan con retraso en algunas ocasiones).

Se ha desencadenado una violencia que parece que no hay quien la pare. Hay varios tipos de violencia: la verbal y la otra, la física. La que lleva un cuchillo en la mano. Nos hemos acostumbrado a conocer muertes de personas que habían cometido el delito de vivir para que cualquier otra sin alma y con la razón perdida le quite la vida de la manera más cruel. ¿Qué está pasando? ¿Cómo se puede parar eso? ¿Quién lo para? 

 Deberían pararse a reflexionar quienes tienen en sus manos cierta capacidad para sembrar la cordura. Pero ¿quién soy para dar consejos a nadie? ¡Líbreme Dios! (Que, por cierto –Dios- tiene algo que ver con esa viña, o al igual se plantea el no volver, látigo en mano, a los soportales del templo y, por eso, no baja).

No lo sé. Es tiempo de verano, de playas abarrotadas, colas en las estaciones, en los aeropuertos… La gente necesita un descanso. Ojalá consigan cargar un poco o un mucho las pilas y se recicle un poco esta vida tan desordenada que se ha empecinado en despeñarnos de la manera más cruel.


 

 

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