Italia (Costa sur este)
14 de julio, domingo. El terral ha
amainado de madrugada. Se ha arrancado el levante. Viene fresco y trae en sus
entrañas algo de la salina de la mar. A pesar de que el viento venía ‘de abajo’
el día estaba despejado, casi cristalino y limpio.
Me he acercado a la ladera del río. No corre.
El agua está estancada. Estamos pagando la falta de lluvia de los meses en los
que no debió faltarnos. En otros lugares ha caído en abundancia. Las imágenes
del Tour nos enseñan una Francia verde. Pueblecitos grises perdidos en medio de
un vergel de prados. Echo de menos que no hay flores en las cunetas de las
carreteras. Todo está precioso, pero sin flores.
Cuando ya amanecía he entornado la ventana. Hacía un poco de brisa. Es curioso
que ahora dé sensación de frío y dentro de un rato el agobio del calor no nos
deje salir a la calle. No es la primera vez que ocurre, pero esa brisa del
amanecer se agradece. Preludia que, al menos, durante un rato tendremos algo de
frescura.
La impresión que ponen los telediarios
mañaneros de Oriente próximo es tétrica; en EE. UU un atentado contra el aspirante
a la Presidencia. ¿Cómo somos tan crueles para permitir tantísimo dolor? El
dolor no tiene sentido. Ninguno. Cuando el dolor afecta a hospitales y a niños
entonces dentro de uno brota una sensación de rabia e impotencia. ¿Este empacho
de egoísmo no va a tener nunca arreglo?
A media mañana ya calienta el sol. Un revuelo de palomas hace círculos concéntricos en el cielo. Debe ser algún aficionado que les ha abierto las portezuelas del palomar para que hagan sus ejercicios mañaneros. Cuando yo era joven era aficionado a las palomas. Llegué a tener un pequeño palomar. Un desalmado vecino de enfrente me las mataba con un escopetilla de plomo. Nunca he tenido ninguna simpatía por el vecino. Creo que a estas alturas de mi vida me va a costar que algún día la tenga…
Mal camino lleva la gente que goza haciendo el
mal. Parece que esa cosecha todos los años viene cargada de abundancia. La vida
debe ser muy amarga para esa gente que goza con las cosas que carecen de
sentido. No pueden ser felices. Es más, no deberían nunca ser felices.
He pasado un rato leyendo a Pla. He alcanzado
uno libro del anaquel, por azar, sin ir a tiro fijo. Leo sobre su experiencia
de un viaje por Italia. Cuenta cosas de una parte que no conozco. Cartas de Italia. Tampoco eso es
ninguna novedad.
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