domingo, 14 de julio de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Un respiro

 

 


                     Italia (Costa sur este)


14 de julio, domingo. El terral ha amainado de madrugada. Se ha arrancado el levante. Viene fresco y trae en sus entrañas algo de la salina de la mar. A pesar de que el viento venía ‘de abajo’ el día estaba despejado, casi cristalino y limpio.

Me he acercado a la ladera del río. No corre. El agua está estancada. Estamos pagando la falta de lluvia de los meses en los que no debió faltarnos. En otros lugares ha caído en abundancia. Las imágenes del Tour nos enseñan una Francia verde. Pueblecitos grises perdidos en medio de un vergel de prados. Echo de menos que no hay flores en las cunetas de las carreteras. Todo está precioso, pero sin flores.

Cuando ya amanecía he entornado  la ventana. Hacía un poco de brisa. Es curioso que ahora dé sensación de frío y dentro de un rato el agobio del calor no nos deje salir a la calle. No es la primera vez que ocurre, pero esa brisa del amanecer se agradece. Preludia que, al menos, durante un rato tendremos algo de frescura.

La impresión que ponen los telediarios mañaneros de Oriente próximo es tétrica; en EE. UU un atentado contra el aspirante a la Presidencia. ¿Cómo somos tan crueles para permitir tantísimo dolor? El dolor no tiene sentido. Ninguno. Cuando el dolor afecta a hospitales y a niños entonces dentro de uno brota una sensación de rabia e impotencia. ¿Este empacho de egoísmo no va a tener nunca arreglo?

A media mañana ya calienta el sol. Un revuelo de palomas hace círculos concéntricos en el cielo. Debe ser algún aficionado que les ha abierto las portezuelas del palomar para que hagan sus ejercicios mañaneros. Cuando yo era joven era aficionado a las palomas. Llegué a tener un pequeño palomar. Un desalmado vecino de enfrente me las mataba con un escopetilla de plomo. Nunca he tenido ninguna simpatía por el vecino. Creo que a estas alturas de mi vida me va a costar que algún día la tenga…

Mal camino lleva la gente que goza haciendo el mal. Parece que esa cosecha todos los años viene cargada de abundancia. La vida debe ser muy amarga para esa gente que goza con las cosas que carecen de sentido. No pueden ser felices. Es más, no deberían nunca ser felices.

He pasado un rato leyendo a Pla. He alcanzado uno libro del anaquel, por azar, sin ir a tiro fijo. Leo sobre su experiencia de un viaje por Italia. Cuenta cosas de una parte que no conozco.  Cartas de Italia. Tampoco eso es ninguna novedad. 

 

 

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