miércoles, 10 de julio de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Arrecia el verano


                                     


 

10 de julio, miércoles. El terral es agobiante. La temperatura ha subido sin susto. El campo la siente. Quema la tierra. Día claro, cielo limpio y ni una nube despistada en el horizonte. Me ha llamado mi hermano. El artículo del otro día cundo denunciaba la situación de todo lo revuelto que anda la cosa en algunos sectores de la iglesia ha tenido aceptación.

Por la noche ha refrescado algo, pero lo ha hecho muy tarde. Hay muchas horas de sol. Sigue el sol dorando las cumbres de El Torcal. Amanecerá y aún no se habrán enfriado. Calor sobre más calor. Está seco el arroyo. Ningún vericueto le aporta ni un triste hilo de agua. Están secos los bordes del camino. En los alcauciles secos picotean y buscan semillas los jilgueros madrugadores.

Dice el hombre del tiempo que llueve en el norte. Pienso en la Asturias profunda. ¿Cómo estará el verde Taramundi? ¿Tendrá yerba fresca las vacas en los prados por las laderas que bajan de las cumbres?

El día soleado, de cielo cristalino y si ninguna nube. El recuerdo me trasporta al desfiladero de los Bellos, a una carretera que serpentea y baja hasta las orillas del pantano de Riaño. No me había pasado nunca,pero de pronto se me han venido un puñado de recuerdos. A orillas de la carretera, antes de comenzar a bajar el puerto, paré en una venta. Pervive aquel olor a pan caliente y la chimenea apagada en el fondo de un salón largo y desierto. En las paredes cabezas de animales de caza disecadas…

Me estoy haciendo viejo. Cuando sin que nadie los llame afloran los recuerdos es señal que el pasado está demasiado cerca. La vida está llena de sorpresas que a uno le hace volver a vivir momentos se gozo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario