Mingote
30 de julio 2024. El tiempo
no mejora. Bajo a Málaga, temprano. Hace un rato que pusieron las calles. Bordeo
por el cinturón de ronda, ese que deja a la ciudad a un lado y se ve un
apechugamiento de casas unas junto a otras. Quiero evitar el atasco del centro.
Dicen – y es verdad, que en Málaga no se cabe – porque a la gente le ha dado
este año por venir a comer espetos. Me han dicho que hay lugares en los que por
una ‘manolita’ te cobran un euro o sea 166 pesetas de las de antes y
algo más…
A lo que iba. Un mensaje de un
amigo en el teléfono móvil me dice que en Benalmádena truena y está diluviando.
No lo creo a primer golpe, pero es un hombre serio y no va a mentirme. Me
acuerdo de aquel chiste del genial Mingote de cuando Noé hacía el acopio de
bichos para meterlos en el arca y se presentó un nota con dos peces en una pecera.
Me acuerdo, también, de lo que
nos contó el maestro Alcántara. Nos decía que reunió dentro del arca a todo el
personal, puso a todos los animales en su sitio (jaulas, establos, pesebreras…)
y le dijo a uno de sus hijos que echase las trancas en las puertas, por dentro,
y las dejase bien cerradas no fuese que un golpe de aire alocado pudiese liarla.
Entonces, Noé, que era un
hombre tranquilo vio cómo habían ido llegando las jirafas, los camellos (los
del desierto, los otros, no. Cuando hablo de los otros me refiero a los que
recogen la mercancía que viene por el mar y la distribuyen por tierra y burlan
a la policía cuando no los matan y esas cosas), los elefantes, los pájaros que
vuelan por el cielo – de los otros no hablaba, todavía no se había inventado la
política – y una nube que se posó sobre el arca que a modo de casita había
colocado sobre una barca que hacía más fácil la navegación. La nube dejaba escapar el agua, aunque no sé
si tronaba y con tanta intensidad como decía mi amigo que había ocurrido temprano
por Benalmádena…
Noé, se cruzó de brazos. Los vio
entrar despacio por una rampita de madera, a modo de escalera, pero sin escalones
para evitar los tropiezos y facilitar la entrada y dicen que fue entonces
cuando dijo aquello de:
- “Entrad, entrad, aunque
parece que el tiempo todavía no está de agua”
(Lo que si parece que está que
achicharra es la calor en el Guadalquivir que no han pegado un ojo en toda la
noche. Ya se ve, las cosas no siempre están bien repartidas).
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