7 de julio, domingo. Era la
hora de siempre. Era esa en que la brisa de la mañana apunta a como puede venir
el día. El bullicio de siempre, el ruido de siempre, los cánticos de siempre,
las imágenes de casi siempre, el muro con el santo y dos velas encendidas de
siempre. Eran otros toros, otra gente que habrá llegad, de sabe Dios dónde….
A cientos de kilómetros pensaba
en otra cosa. Sé que lo conocí en su pueblo, en Encinasola. Probablemente a él
y al maestro Abel Moreno me los presentó el entrañable Paco Estrada. No
recuerdo cuando. Fue en uno de aquellos primeros, o segundos o terceros o no sé
que orden de los viajes en que me he acercado hasta allí. El pueblo
hermano - porque hermanos somos los que
tenemos a la misma Madre – de Encinasola me acogió como lo ha hecho siempre.
Allí nació una amistad. Cambio
de artículo -antes se llamaba artículo, ahora dicen que es determinante – por
el “la” de una amistad que se incrementa de manera incesante.
Voy por allí – bueno, algunas
veces me pregunto, si es que me he venido- y él se ha acercado por aquí. En los
momentos duros, y en los otros de alegría. Ha estado en la presentación de mis
libros, se ha acercado, otras veces, porque sí, o como la última hace una
semana porque sencillamente lo tuvo a bien venir a compartir un rato de palabra
amiga.
Nos ha unido (no me cabe la
menor duda la Virgen de Flores). Allí, a orillas de la Ribera; aquí, en las
faldas del Hacho, “mi vecina de enfrente” y hago mías las palabras del maestro
Alcántara.
Me ha ido involucrando en
muchas - ¡y les digo que siendo un pueblo pequeño en gente, pero muy grande en
corazón¡- de las cosas que ha ido programando. Lo ha hecho con la sutileza, con
la habilidad, con el temple con que solo saben hacerlo la gente que es
distinta, diferente, pero que, como las medias de Morante son tan únicas que
solo las puede dar él, y quedan ahí para que uno aporte lo que pueda.
Me hizo participar en las
Jornadas de Patrimonio de la Sierra, allá por 1996,o dar el Pregón a la Virgen
de Flores, o…
- Si tu consigues de Barbeito
la letra para una Salve compartida entre las dos Patronas yo consigo de Abel la
música. Y se consiguió.
La cosa no quedó ahí y le
arrancó a Abel el Pasodoble Alora y….
Ahora, a cientos de kilómetros de
aquí, un pueblo celebra a San Fermín; yo, desde este bastión del Guadalhorce,
te digo que a la Paz de Dios, hermano y que la Virgen de Flores no nos deje de
su mano por todo el tiempo que ella quiera. Anoche te escribía que con la luz
del día te diría otras cosas. Felicidades -eso te lo han dicho otros, seguro –
y que nuestra Madre nos tenga lo más cerca posible de su corazón, amigo Fermín
Adame.
No hay comentarios:
Publicar un comentario