sábado, 27 de julio de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Muchas cal y más historia

 

 

                                     


Rincón típico. Frigiliana (Málaga)

 

 

27 de julio, sábado. Frigiliana es pueblo morisco.

 

Cuando llegas, si vienes de Torrox por la Loma de la Lastra, bordeando El Fuerte, es pincelada blanca con la sierra de Almijara de fondo; si te vas, mirador, según hora y día, sobre un mar envuelto en niebla, azul profundo, o reverberación plateada; depende de la hora.

 

Si gustas compararlo con los vecinos de enfrente, a mí me recordó a Chef Chauen, pero con menos agua o a Alhucemas, blanco y de terrazas planas, pero más tortuoso y quebrado.

 

Frigiliana ha sacado su historia - y la de la tierra de Bentomiz, que para el caso es lo mismo - a la calle, y en mosaicos artísticos cuenta, para quien disponga de tiempo de pararse a leerlos, parte de los avatares sufridos.

 

Guerras de moros y cristianos; de sublevaciones y avasallamientos; del apropiarse por parte de unos de lo que correspondía a otros, que naturalmente defendieron con uñas y dientes.

 

Doce mosaicos colocados, en lugares estratégicos, por Antonio Navas, a quien su pueblo rindió tributo en placa de cerámica y lo nombró Hijo Predilecto –pero ya tarde, a título póstumo -  dan cuenta de los hechos.

 

Si, como yo, preguntas quién fue el tal Antonio Navas, al igual, te encuentras con la respuesta:

 

- ‘Un hombre bueno que hizo mucho por su pueblo’.

 

Se trata de una recopilación de textos de Mármol y Carvajal, Hurtado de Mendoza, Guillén Robles, Vázquez Otero, Caro Baroja, del propio Navas Acosta, del Marqués de Mulhacén, Pérez de Hita, García Millán, o el fragmento del discurso de Martín Alwacir..., hasta un total de doce.

 

O lo que es lo mismo, te dan a leer fragmentos de la “Rebelión y castigo de los Moriscos”, “La Guerra de Granada”, “La Batalla de Frigiliana”, “Guerras civiles en Granada”...

 

Frigiliana está a medio camino entre olas de nácar y la sierra. Es un abanico de flores y brisas; cal que reverbera y amabilidad de la gente; mucho cielo azul y la mar de frente…Si como yo das en tomar algo en la Taberna del Sacristán en la Plaza de la Iglesia (qué curiosamente estaba abierta y se estaba muy bien dentro) y, además, es mediodía de una tarde de verano, pasarás calor, mucho calor. Hazme caso. Doy fe.

 

 

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