21 de agosto, lunes. Sotillo
de la Adrada está entre Piedralaves y Santa María del Tiétar que, en los años
cincuenta del siglo pasado, cambió de nombre y dejó de llamarse Escarabajosa. Hizo bien, un pueblo tan bonito no puede
tener un nombre tan feo. Se tomó el nombre de la Madre de Dios y por
apellido el del río que le da el suyo al Valle.
Sotillo de la Adrada está
cruzada por la carretera; tiene construcciones nuevas. La gente de Madrid –
está casi a tiro de piedra – se ha hecho una segunda vivienda. Por no sé que
extraña coincidencia se ha vestido de aires nuevos y conserva parte del tipismo
de antes. Alguien dijo que a todo eso se le puede llamar “la Andalucía de
Ávila”. No sé. Algunas veces por querer sobresalir se buscan comparaciones. Se
han olvidado que Gredos es Gredos y que Andalucía está donde tiene que estarlo,
en su sitio.
En Sotillo de la Adrada tienen
algo que no hay en ningún otro lugar. Una configuración de piedras de granito
(rocas enormes y durísimas) que simulan una gallina; en su cercanía, otra roca
redondeada hace que la imaginación vea un huevo y el pueblo desde no se sabe
cuándo lo ha bautizado como el Canto de los Pollitos.
Cuesta dar con él. Anduve por
los cerros salpicados de retamas y encinas. Es hora de siesta de un verano de
rigor y solo si se tiene voluntad… pues eso. No está bien señalizado. Solo
adquiere esa forma de verse si se contempla desde un determinado lugar conforme
se baja desde la Residencia que llevan las Hijas de Caridad.
Se cree que, desde que el
hombre primitivo se las andaba por aquí, vieron – lo del nombre es otra cosa –
connotaciones mágicas e hicieron altares para sus sacrificios humanos en estos
petrozoomorfos.
En los equinoccios de primavera
y otoño, entre ambas rocas, se ven como aparecen los primeros rayos del sol. El
espectáculo, único; la sensación de quienes lo han vivido cuenta cosas muy
especiales. Entre ambas rocas puede configurarse la Constelación del Águila pero
eso únicamente cuando apunta el solsticio de verano. La ‘v’ formada entre las
dos rocas puede considerarse como la base de la Constelación.
Hay algo más. Confluye mucha
información que pueden ser naturales, pero donde, incluso pudo intervenir la
mano del hombre: oquedades, flechas, una cruz y un cuadrado. Los romanos
pusieron cierto orden; el tiempo, después fantasía y otras cosas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario