Convento de Nuestra Señora de los Remedios (Monumento Histórico-Artístico Nacional) Antequera.
29 de agosto, martes. Antequera
está casi en el centro geográfico de Andalucía. Antequera está cerca, según se
mire de Sevilla, Málaga, Córdoba y Granada; un poco a tras mano de Almería y
Cádiz y desde Huelva hay que andar un poco más de camino.
Hace unos días unos amigos, Remedios
y Fermín, se vinieron desde Encinasola. Teníamos previsto echar un rato con
Loreno Orellana y reencontrarse por parte de quien escribe, con la amistad de
muchos años; iniciarla, por los viajeros que venían desde muy lejos.
Antequera no se pude abarcar en
un día, ni en dos y en un puñado de días. Uno se las anduvo a la greña para
luchar contra el calor porque en Antequera, cuando aprieta, no le tienen
envidia a nada ni a nadie. Si le agregamos que era agosto y en medio de eso que
llamado la cuarta ola – me pregunto ¿es que se ha ido la primera? – pues ya me
dirán como había que exprimir el programa.
Subida a El Torcal. Era
temprano; el cielo brumoso no dejaba ver toda la belleza que la naturaleza
regala desde esa altura. Una mirada, solo una mirada, a las primeras
impresiones de a los caprichos de los sedimentos kársticos…
A la bajada, (han cambiado el
sentido de la circulación desde la entrada por El Portichuelo. ¡Qué lío!) pasamos
por delante Santa María; Antequera a sus pies. A la espalada, del Arco de los
Gigantes, Pedro Espinosa; en la media distancia: San Agustín, el Angelote de San Sebastián,
San Pedro; Corona el monte, la Veracruz…
Entramos en San Sebastián. Le
dije que era el emblema del poderío de la iglesia, algo así como la pequeña
Catedral: En belleza, no. En el Carmen – a donde no hubo tiempo de ir - y en
los Remedios se encierran tanta belleza que solo uno de los dos, o cualquier
otro monumento de la ciudad, ya merece echar el rato.
Nos fuimos a los Remedios. Estaba
cerrado. Un hombre sentado en un banco de la calle no dijo el truco para
entrar. Lo hice, entramos. Admiramos y hubo que dejarlo… A la salida, por
sorpresa, me encuentro con Joaquín Franquelo.
Asistimos a la eucaristía con
Lorenzo; luego, compartimos mesa terrenal. Invitó mi amigo (después he sabido
que lo clavaron). A pesar de todo, Antequera es arte, de antes, de después, y
de después de después. Antequera es la Florencia de Andalucía, a la que volveré
cada vez que pueda…
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