martes, 29 de agosto de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Antequera, la Florencia de Andalucía

 

          

                  

Convento de Nuestra Señora de los Remedios (Monumento Histórico-Artístico Nacional) Antequera.

 

29 de agosto, martes. Antequera está casi en el centro geográfico de Andalucía. Antequera está cerca, según se mire de Sevilla, Málaga, Córdoba y Granada; un poco a tras mano de Almería y Cádiz y desde Huelva hay que andar un poco más de camino.

Hace unos días unos amigos, Remedios y Fermín, se vinieron desde Encinasola. Teníamos previsto echar un rato con Loreno Orellana y reencontrarse por parte de quien escribe, con la amistad de muchos años; iniciarla, por los viajeros que venían desde muy lejos.

Antequera no se pude abarcar en un día, ni en dos y en un puñado de días. Uno se las anduvo a la greña para luchar contra el calor porque en Antequera, cuando aprieta, no le tienen envidia a nada ni a nadie. Si le agregamos que era agosto y en medio de eso que llamado la cuarta ola – me pregunto ¿es que se ha ido la primera? – pues ya me dirán como había que exprimir el programa.

Subida a El Torcal. Era temprano; el cielo brumoso no dejaba ver toda la belleza que la naturaleza regala desde esa altura. Una mirada, solo una mirada, a las primeras impresiones de a los caprichos de los sedimentos kársticos…

A la bajada, (han cambiado el sentido de la circulación desde la entrada por El Portichuelo. ¡Qué lío!) pasamos por delante Santa María; Antequera a sus pies. A la espalada, del Arco de los Gigantes, Pedro Espinosa; en la media distancia:  San Agustín, el Angelote de San Sebastián, San Pedro; Corona el monte, la Veracruz…

Entramos en San Sebastián. Le dije que era el emblema del poderío de la iglesia, algo así como la pequeña Catedral: En belleza, no. En el Carmen – a donde no hubo tiempo de ir - y en los Remedios se encierran tanta belleza que solo uno de los dos, o cualquier otro monumento de la ciudad, ya merece echar el rato.

Nos fuimos a los Remedios. Estaba cerrado. Un hombre sentado en un banco de la calle no dijo el truco para entrar. Lo hice, entramos. Admiramos y hubo que dejarlo… A la salida, por sorpresa, me encuentro con Joaquín Franquelo.

Asistimos a la eucaristía con Lorenzo; luego, compartimos mesa terrenal. Invitó mi amigo (después he sabido que lo clavaron). A pesar de todo, Antequera es arte, de antes, de después, y de después de después. Antequera es la Florencia de Andalucía, a la que volveré cada vez que pueda…

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