Castillo de Noudar. Alentejo (Portugal)
Primeras horas de la mañana.
Apunta día caluroso. Ni una nube en cielo. En la lejanía se recortan las
estribaciones de las sierras. No transita casi nadie a estas horas tempranas
por una carretera en buen estado de asfalto; en los laterales, jaras secas;
encinas que resisten los rigores del estío…
Atrás queda Encinasola. A la
izquierda, las sierras de Los Rabadanes, La Contienda, Maibozas y la Sierra de
Aroche (Por la Sierra de Aroche vienen bajando unos ojitos negros de
contrabando, decía la copla). Había también otro contrabando, pero ese paro
otro día. A la derecha, la Sierra de los
Limones, en sus estribaciones, Valencita, que no se ve, o sea Valencia de
Mombuey… Pasamos el Múrtigas, casi sin agua. Soledad.
-
Aquí, me dice Fermín, cuando existía la frontera
estaba el puesto fronterizo de los Carabineros; un poco más allá, los Guardiñas.
Cruzamos un puente, estrecho y
en curva; los laterales, encaldos. Estamos ya en Portugal. En Barrancos
bordeamos una plaza. El centro lo ocupa una figura, en bronce, de un toro. El
único lugar de Portugal donde se mata el toro en la plaza…En uno de los
laterales un homenaje al ‘presunto’.
Una carretera estrecha y entre
encinas nos lleva a la Fuente de la Pipa. En su lateral, una aceña recuerda los
tiempos en los que la piedra molía con la fuerza motriz del agua el trigo. (Vengo
de moler, morena, de los molinos de arriba, duermo con la molinera, no me cobra
la maquila… y seguía con los molinos de en medio y con los de abajo).
Una virgen ocupa un lugar de privilegio en la ladera; una garza en la quietud
de una roca en el borde del agua contempla el movimiento de los peces… Se está
bien en ese lugar recóndito.
Un camino terrizo nos lleva al
castillo. Centinela fronterizo desde 1303. Amalgamas de ideas e información: Don
Dinis, Beatriz de Castilla, la Orden de Avis y una población que ya no existe;
otros, tiempos que tampoco. Muros de piedra encierran una ermita que tuvo razón
de existencia; ya no tiene. Bordeamos la fortaleza. Campos de quietud y
silencio. Sestean las vacas de una raza autóctona; otras, pastan. Uno se
pregunta qué pueden comer estos animales en una tierra reseca. Abajo confluyen
el Múrtigas y Ardila.
Al regreso nos paramos en la
Heredade de Coitadinha. Está implantada sobre una plataforma de esquistos. La
han habilitado para el turismo rural. Una mujer morena, guapa y enjuta nos
sirve un café. Sabemos que estamos en el Alentejo…
No hay comentarios:
Publicar un comentario