jueves, 10 de agosto de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El Santuario de Chilla

 

 


                                      Nuestra Señora de Chilla. Candeleda (Ávila)

 

10 de agosto, jueves. Que no, que no es del verbo chillar (se chilla por muchas cosas; por Chilla, también) pero no es del verbo chillar. Chilla está de cine, de bonito subido, de encanto y preciosidad, de primor… como la mozuela que se lavaba con agua clara y esperaba sentada en la puerta… ¿se acuerdan? Sí, sí. Chilla está para perderse y…

He subido a Chilla al mediodía. Cantan las chicharras. Por la mañana me las anduve por el embalse de Rosarito y por las vegas del Tiétar ahítas del verde de las matas de tabaco y de maizales y de tomateras con el rojo de los tomates que afloran como el rubor de quinceañeras, y de pimientos que esperan cosecha…

Bordeé Arenas de San Pedro y tras pasar la garganta de Alardos ya salía de Ávila.  Candeleda - como otros pueblos de la zona – tiene palmeras en sus calles y setos recortados y adelfas en flor y rosales con rosas como si estuvieran en primavera.

Miré el monumento a la cabra montés. Nadie quería, cuando lo pusieron, que el bicho, por aquello de los cuernos, mirase para su casa. Es un cruce de caminos, a lo mejor, habría sido menos polémico que mirase al monte, pero claro y si el animal tenía querencia… Mejor no averiguarlo.

Subí entre robles al Santuario. Han asfaltado al camino. Sigue igual de estrecho, pero con mejor piso. A medida que subía, a la izquierda se abría la enorme llanura del Tiétar. En el horizonte el puerto de Mirabete y en medio la Dehesa del Verdugal, y la del Alcornocal y la de Villalba y todo el Campo de Arañuelo. Me acuerdo de José María Pérez Lozano y su Dios tiene una O y…

Llegué a Chilla. Lo encontré más bonita que nunca. Arriates ahítos de flores; agua saltarina de piedra en piedra. Siguen los fresnos centenarios con sus troncos que salvan los inviernos de Gredos y los robles y ese encanto tan especial, tan único, tan de Chilla que solo con estar un rato de paseo por sus vericuetos uno se siente henchido por dentro.

Estaba abierto el Santuario. Entré. La Virgen, chiquita, patrona de Candeleda y de la Vera y de todos los que cuando podemos nos acercamos a verla. Le cuenté cosas. Le pedí por los que no estaban, por los que sentirían un gran gozo si pudieran venir a verla… Le pedí todas esas cosas que uno le suele pedir a la Vírgenes a las que se quiere tanto…




                               Rincón del Santuario de Chilla. Candeleda (Ávila) 





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