31 de agosto, jueves. Busco
por las estribaciones orientales de la Sierra de Gredos. La mañana está agradable. La carretera une San
Martín de Valdeiglesias con el Tiemblo. Es una carretera de piso excelente. Voy
al encuentro con el color en los pinares que bordean Gredos, con el olor a
campo, en verano. En las laderas de los
arroyos fresnos, alisos…
Una muralla rodea el espacio.
Ahí están ¿desde cuándo? Probablemente desde el siglo II al I a. C. Fue obra de los vetones ese pueblo mitad
guerrero, que se dedicaba a la rapiña y a la guerra contra sus vecinos hasta la
llegada de Roma que los puso en su sitio, o sea lo borró del mapa.
Los Toros de Guisando son
cuatro figuras zoomorfas esculpidas en piedra de granito. Según unos
representan verracos; otros, que son toros porque tiene oquedades en las
cabezas en las que se pudo ir incrustar la cornamenta. No falta quien opina que
pueden tener, también, un sentido religioso de culto en la tumba funeraria. En
todos los expertos se admite la posibilidad de una creencia totémica de
protección.
Las cuatro figuras se orientan
de norte a sur frente al Cerro de Guisando. En el lugar impera el silencio y
ese algo mágico que siempre envuelve esos lugares en los que uno sabe que está
en un lugar diferente y que no son como el común de los sitios.
Una pared de piedra protege el recinto. Los veo por cima de la tapia. Es agosto. Está cerrado (¿lo abrirán en los meses de invierno? No hay que olvidar que estamos al sur de la provincia de Ávila). Ah, se me había olvidado: los vetones se extendieron por lo que hoy ocupan las provincias de Ávila, Cáceres, Salamanca y algo de Toledo y Madrid. Claro, los vetones no sabían que muchos siglos después, Javier de Burgos iba a hablar de provincias y de Castilla la Vieja y Castilla la Nueva y que por si fuera poco, luego alguien hablaría de: Comunidad de Castilla-León; Comunidad de Castilla la Mancha; Comunidad de Extremadura; Comunidad de Madrid… ¿Merece la pena tanto embrollo?
Una inscripción sobre una
lápida de piedra en la tapia recuerda parte de nuestra Historia… Aquí, por el
Tratado de Los Toros de Guisando, los poderosos de aquel tiempo acordaron
nombrar Princesa de Asturias a Isabel, que luego por ser hija de Juan II y
hermana de Enrique IV sería heredera del trono… Comenzaba, en un monasterio
Jerónimo, en este descampado, a desarrollarse un embrión que luego se llamaría
España…
En mi ánimo viajero anida la
sospecha que, no sé cuándo, pero volveré…
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