8 de febrero, miércoles. Alguien
dijo que la vida es una sucesión de situaciones, de momentos, de días… Alguien
dijo que no pasa el tiempo sino nosotros. Alguien dijo que no hay nada más
viejo que ayer ni menos con un futuro más incierto que mañana…
No sé. Todo eso es verdad. Sobre
todo, cuando en un alto del camino, uno se para a pensar en los que no están o
en lo que puede pasar dentro de un rato. Sabemos cómo ha amanecido, pero nunca
cómo va terminar el día.
Hoy hace años que se nos fue
Paco Rengel. Aquel niño grande que tenía más corazón que cuerpo - ¡y mira que
tenía cuerpo! - en el que daba cabida a
su hombría de bien, a su generosidad, a su estar siempre que se le llamaba.
Paco se nos fue una mañana
cuando apuntaba el alba y Málaga se abría a un día soleado de invierno. Hoy,
porque las cosas son así, ha amanecido un día gris, lluvioso. La lluvia pedida,
deseada. La lluvia necesaria como es necesaria la amistad para, según qué
momentos en los que uno recurre al amigo que sabe que espera, que está ahí, que
escucha…
Decía el maestro Alcántara que
andaba buscando la llave de sus recuerdos por la mar chica del puerto. A veces
uno no necesita buscar la llave, como en este caso, porque los recuerdos están
tan a flor de piel y salen solos. Están presentes con tal viveza, con tal
fuerza que no se han ido: por la calle, en un revolver de papeles, en un
encuentro casual, aparecen.
La ciudad cambia, día a día,
casi sin que nos demos cuenta. En una esquina ha aparecido un edificio que no
estaba, aquella acera ya no es la que era, o la dirección del tráfico ahora va
por otro sitio. La ciudad que es algo vivo aflora y de vez en cuando nos da un
aldabonazo sin que casi nos percatemos de ello, pero hay ocasiones en las que
la ausencia presente del amigo que se nos fue nos hace ver que la vida es una
sucesión de sensaciones. Siguen allí, a lo mejor, los mismos lugares donde nos
veíamos y el Unicaja – él que tanto sabía de baloncesto - sigue su curso de
equipo bueno y nuestro Málaga de desastre continuado… En fin, febrero, día gris
de lluvia sobre el campo y cariño en el alma… pues eso.
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