11 de febrero, sábado. “Todas,
(las horas) hieren, la última mata” Ese dicho aplicable a la vida del ser
humano también puede ser válido para los Imperios, monumentos artísticos o
cualquier momento.
La iglesia del Sagrario de
Málaga fue una de las cuatro parroquias creadas los Reyes Católicos tras la
toma de la ciudad en 1487 - las otras tres, Santiago, Los Mártires y San Juan –
tiene una portada, la única, de estilo isabelino que existe en Málaga.
La mala calidad de la piedra de
arenisca unida a los avatares de contaminación, la cercanía de la humedad del mar
y el paso del tiempo hace que se deteriore y a pesar de haberse llevado a cabo
algunos intentos de recuperación, todos, baldíos.
Las tropas de los Reyes
Católicos entraron en la ciudad por la puerta de Granada el 18 de agosto. Venían,
entre otros, el comendador mayor Gutierre de Cárdenas, Pedro de Toledo, el
primer obispo, y el fraile mendicante Juan de Belalcázar. Dos días después redujeron
el último reducto de resistencia en Gibralfaro y tras asentarse determinaron que
sobre la mezquita aljama se construiría un catedral (para información de
curiosos ahora que todavía no se ha terminado, toca restaurar los tejados…)
La parroquia del Sagrario sería
el acceso a la futura catedral. Se la dotó de una magnífica portada de estilo
gótico isabelino con dos cuerpos, flanqueados por contrafuertes con pináculos donde
aparecen la Virgen y el Ángel de la Anunciación, advocación de la
futura catedral y reafirmación del dogma de la virginidad de María. Sobre ellos
los Evangelistas y los cuatro Padres de la Iglesia.
Sobre el arco principal la
figura del Todopoderoso con la bola del mundo en sus manos. Otras figuras que podrían ser el rey David y
el profeta Isaías (la vieja Ley) y las esculturas de Apóstoles,
así como motivos del obispo Villaescusa que es quien inicia la obra y el escudo
y sello César Riario que la finaliza son una lección para transeúntes que se
asombran de tanta belleza frente al siempre cerrado hospital de Santo Tomás.
Toda esa lección de arte callejero
está en peligro. El mal de la piedra que no para el tiempo la desmorona, poco a
poco. La pasividad y desidia de Málaga para algunas cosas y la falta de medios
(todos unidos) pueden hacer que algún día sea realidad: “la última mata”.
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