14 de febrero, martes. La
calle de Andrés Pérez es estrecha, íntima, recoleta. Tuvo, casi lo perdió y
ahora, poco a poco, recupera, la esencia y el sabor. No entra nunca el sol que
no conoce su ventanas, ni su suelo, ni la cal de sus fachadas y, lo que, es
más, casi a duras penas se atreve a transitar por ella el aire y, a veces,
tengo mis dudas si, en la mediación, cuando ve lo que se encuentra de angosta,
no se da la vuelta… Es una calle enigmática. Invita a soñar con otro tiempo,
tan propia que si ustedes me apuran, casi es lo menos – por la anchura – que se
vende en calles.
Comunica dos sectores. Por uno,
Carretería (¡qué bonita la están poniendo!); por el otro, con la Plaza de los Mártires.
Lugares castizos de una Málaga de entonces. Sitios donde la ciudad cobra
esencia, purismo, ese algo que la hace diferente, única. Andrés Pérez, si
quieren, en un sentido, arranca junto a la iglesia de unas monjas dominicas, “las
catalinas”, y es sede de una cofradía histórica de Málaga, “Viñeros”.
En una sola palabra no se puede decir más…
De “Viñeros” tengo una
anécdota. Tarde de Jueves Santo. Todo en calma. Gentío en la calle. Un hermano
picado con el Señor decidió aquel año no acompañarlo. Al incorporase la
procesión desde la estrechez de la calle, hacia Carretería, desde un balcón, le
arrojó un puñado de buganvilias. Una ráfaga súbita, cuando las flores iban del
balcón al trono, las volvió hacia la canastilla y… El hermano lloró y lloró…
En el otro extremo, la Plaza de
los Mártires. Yo siempre he dicho San Ciriaco y Santa Paula. Ya ven, no tengo
la confianza de otros… Uno, en ocasiones, es un bicho un tanto raro.
En la mediación de la calle
está una de tiendas de antigüedades con más sabor de Málaga. Dentro hay cosas
bellas, bellísima y si quieren algo más, también … Se llama la Casa del
Cardenal. Arquitectura malagueña del XVII. Soberbio, el patio interior… En ella
nació el cardenal don José Moreno Mazón, arzobispo de Granada, Patriarca de las
Indias y Senador en la Corte del Rey Alfonso XII.
Si le gustan esas cosas, vayan.
Los precios, pues eso. Ya es otro cantar. Esa Málaga existe, solo es cuestión
de perderse por sus calles…
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