20 de febrero, lunes. Hace
unos días fui con mi mujer al Hospital Clínico Universitario ‘Santa María de
la Victoria’. El Clínico, para entendernos. Ese hospital moderno, a las
afueras, que como siga Málaga a ese ritmo de crecimiento ya mismo está en el
centro, y que le ha quitado la primacía al Hospital Civil de entonces,
al que desbancó el Carlos Haya – ahora se llama con otro nombre – pero
da igual.
A lo que iba. Terminado el
asunto le propuse salir, en coche, claro, por el sentido contrario, o sea
buscar la antigua carretera que va por el Puerto de la Torre a Almogía, y luego
sigue para Villanueva, alias el ‘Pueblecillo’ y por la Boca del Asno a
Antequera… No se lo van a creer, me perdí.
Anduve por un dédalo de calles
nuevas. Edificios monumentales. Enormes, de altura; calles muy amplias,
plazoletas con fuentes que tienen saltadores de agua y funcionan; zonas
ajardinadas; espacios sembrados de césped, árboles, arbustos de los que
desconozco el nombre; medianas con rosales, setos y adelfas…
Di más vueltas que una
revolandera (iba a poner eso de la feria y el… pero como ahora no es políticamente
correcto pongo lo otro y haya paz y, luego, gloria, si se puede). Es la Málaga
nueva. La que van a vivir los que vienen detrás de nosotros, la que se vende a
precios que no se pueden pagar. Esos son otros lópeces.
Uno se las anda por la Málaga
de siempre. Cuando voy a La Rosaleda – llevo casi cuarenta años, de una u otra
manera – ahora, aparco en calle Juan de Herrera. Es la Málaga que pide a voces
el camión de riego -y otras cosas - con agua a presión que limpie la mugre de
las calles. Me da mucha pena escribirlo, pero es así. Los barrios, algunos
barrios de Málaga, piden atención y no se puede dejar para mañana.
Los aficionados al baloncesto
están eufóricos. Me alegro por ellos. Mi Málaga esta noche se enfrenta al
Zaragoza, otro, que las pasa casi tan canutas como nosotros…
Por una chispa rara, al llegar
al término de este artículo, me viene el recuerdo de: Américo, Montero, Arias, Benítez,
Ben Barek, Viberti… Por la megafonía, recordaban:
“Si está usted falto de vitaminas, la Cancela es una mina…” y Sandy Shaw
cantaba “Marionetas en la cuerda”: Todo, tan lejos, tan lejos (lo de
marionetas, no. Solo hay que ver los telediarios) que ahí, también, me hallo
perdido.
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