4 de febrero, sábado. Los
que amamos a Dios sobre todas las cosas, incluidas las rosas, sabemos que esta
flor tan sublime, tan especial es tan única que a lo mejor ha sido el mismo
Dios quien la ha elegido para que, cada día apreciemos, en su belleza como
parte de Él mismo.
La rosa es, también, la
representación de la propia vida. Hay que pasar por un sinfín de espinas para
llegar a los más excelso. Hay muchas espinas, demasiadas. Todas las tienen unas
más; otras, menos, pero hay que pasar siempre por un tallo de espinas punzantes
que hacen que, a pesar de cariño, a uno en muchas ocasiones le brote la sangre.
Es en sí la vida porque al final todo es efímero y se desvanece en un momento.
En eso que llaman el
vocabulario de las rosas les atribuyen: pasión, amor, pureza, elegancia,
admiración, simpatía, felicidad … Todas dicen algo, según los que saben en su
color. Pienso que, indistintamente, todas, absolutamente todas las rosas, lo
dicen en su belleza. Un amigo mío dice que ninguna es fea. Mi amigo tiene
razón.
Dicen que Rilke murió por una
infección generalizada como consecuencia del pinchonazo de una rosa. Hay quien
dice que no, y que fue un agravamiento de la leucemia que padecía desde hacía
años. Puede que sean las dos cosas. ¡Vaya usted a saber!
Massimo Ranieri, un cantante
napolitano, triunfó con una canción romántica al principio de los años setenta:
“Rosas rojas”. Un fragmento de la canción dice “rosas rojas a ti / he comprado
esta noche / y tu sabes muy bien / lo que quiero de ti” (¿Estamos de acuerdo en
que la traducción es manifiestamente mejorable?) Lo cierto es que a muchos nos
hizo arrastrar el ala.
Han publicado que Isabel
Pantoja, - chivo expiatorio para muchas cosas - que se va de gira artística por
EE.UU. La mujer ha pedido una serie de atenciones, más o menos lógicas para los
que se mueven en ese mundo. Hay una que me ha llamado la atención. Ha dejado en
su contrato que quiere que “haya rosas blancas en su camerino, un pequeño
centro de mesa y un ramo”. El arte de esta señora no es algo por lo que tenga una
predilección especial, pero ese detalle me ha gustado. Uno es un tanto raro. Ya
ven, cosas que pasan y sobre todo ahora “que las rosas duermen su dulce sueño
en su cuna leñosa…”
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