domingo, 19 de febrero de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Málaga está de moda

 

 

                            

   

                                  Cristo de Viñeros. Iglesia de 'las Catalinas'. Málaga

 

19 de febrero, domingo. Queda muy lejos el dicho vergonzoso que hablaba de las cien – quizá más – tabernas y una sola librería. La ciudad olía a rancio y vino fermentado, a vinagre y a otras cosas. Era una Málaga de miseria pueblerina, de tranvías con anuncios de “Anís del Mono”, y gatos en el Guadalmedina.

Desde hace unos años, Málaga, la que ve ponerse el sol por la Sierra de Mijas cada tarde, toma niveles de una ciudad moderna, acorde con los tiempos de este primer cuarto del siglo XXI.

Es verdad que Málaga ha vivido de espaldas al mar durante mucho tiempo, aunque el Maestro Alcántara nos habló de una “gran carrera, concurso de sirenas y delfines” en los Baños del Carmen que cada año lucha contra los temporales de levante porque se llevan la arena de su playa.

Málaga ha perdido barrios emblemáticos. ¿Qué queda del Perchel citado por Cervantes? No han acertado en su recuperación y ha surgido algo anodino y sin chispa, sin balcones con geranios y pájaros ventaneros. A lo peor es que lo que había no era digno de conservarlo. No sé, pero creo que algo más se podría haber hecho.

El centro, esa calle Larios, a la que un amigo mío decía que había que ir cada día para ver el paso de las tórtolas es una de las calles más caras – me refiero al pago de alquileres - de Europa. Siempre fue, ahora más, emblema de la ciudad.  Málaga ha recuperado el puerto. Los cruceros, además del “Melillero”, casi atracan en la Plaza de la Marina…

Hay otra Málaga, la de calles recoletas, intimas, estrechas por las que no entra el sol y cuando lo hace solo se asoma y se despide hasta mañana. Calles de devoción popular y encanto. Es la Málaga desde la Plaza de la Constitución a Carretería, la de Pozos Dulces y calle Compañía, la de calle Granada y Correo Viejo, la del Muro de San Julián y la Judería. La Málaga de otro sabor.

Florece una Málaga diferente, Guadalhorce arriba, a orillas del río Campanillas. Es la Málaga de la tecnología, de empresas innovadoras, de tiempos nuevos. Ha roto moldes y pulsea, en ese campo, a ciudades como Madrid y Barcelona. Ve cómo entran algunos días más de trecientos vuelos por su cielo para tomar tierra al otro lado del río… Hay un peligro: se puede morir de éxito.

 

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