22 de febrero, Miércoles de
Ceniza. Era invierno. Llovía y hacía mucho frío, tanto, tanto que
entumecía los cuerpos. Las almas hechas añicos. Atrás quedaba la vida rota por
mor de una maldita guerra; enfrente, un futuro incierto. Era lo desconocido.
Era una vida de la que no se sabía nada y a la que se enfrentaban de manera
irremediable. El camino embarrado por la lluvia, por la nieve caída unos días
antes, por el tránsito de miles de personas.
Eran españoles camino del
exilio. Algunos sabían que no volverían nunca más; todos tenían la duda de qué
iba a ser de ellos. La mayoría albergaba la esperanza de que aquello acabase
cuanto antes.
Habían salido de Barcelona. Dicen
que en el camino alguien reconoció a don Antonio Machado. Le ofreció un coche.
Él lo rechazó. Continuó camino a pie – “Caminante, no hay camino, / se hace
camino al andar. / Al andar se hace
camino, / y al volver la vista atrás /
se ve la senda que nunca / se ha de volver a pisar”- subió a su madre, a doña
Ana, tan enferma como él y con muchos más años.
Pasan la última noche en suelo
de España en Viladasens; en Cèrbere, en un vagón de tren, la primera en suelo
francés. Se desplazan por ferrocarril, a Colliure. Los alojaron en el hotel Bougnol-Quintana.
El 22 de febrero, de 1939, Miércoles de Ceniza, como hoy, muere a las tres de
la tarde -¿neumonía, pena? - don Antonio Machado. Su caja descansó entre dos
sillas… Tres días después, doña Ana tuvo la visita que la llevaría al último
viaje.
Levaron su cuerpo al cementerio
de Colliure. He pasado varias veces por allí. La primera era, también, febrero.
En la sierra de Albuera, en el Alto Ampurdán corté un ramillete de flores de
almendros. Era una tarde muy gris y fría. Lo dejé sobre el granito. Todo
alrededor era gélido. La última vez, era verano. Compramos un ramo de rosas, y
cuando llegamos al cementerio un grupo con mucha algarada estaba junto a la
tumba. Mi mujer limpió un recipiente de cristal y cuando acabado “el folclore”,
se marcharon, nosotros dejamos el ramo de rosas…
Atrás, en el recuerdo, el patio
donde madura el limonero, “el sol de la infancia” y la tierra de Soria –
con Leonor en el Alto Espino - y Baeza y Segovia…Y aquella pregunta en el
camino de doña Ana “¿Cuándo llegamos a Sevilla?
Colliure (Francia) Pirineos Occidentales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario