miércoles, 22 de febrero de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. ¿Cuándo llegamos a Sevilla?

 

 


               Don Antonio Machado de cuerpo presente. Colliure (Francia) 1939

                 

22 de febrero, Miércoles de Ceniza. Era invierno. Llovía y hacía mucho frío, tanto, tanto que entumecía los cuerpos. Las almas hechas añicos. Atrás quedaba la vida rota por mor de una maldita guerra; enfrente, un futuro incierto. Era lo desconocido. Era una vida de la que no se sabía nada y a la que se enfrentaban de manera irremediable. El camino embarrado por la lluvia, por la nieve caída unos días antes, por el tránsito de miles de personas.

Eran españoles camino del exilio. Algunos sabían que no volverían nunca más; todos tenían la duda de qué iba a ser de ellos. La mayoría albergaba la esperanza de que aquello acabase cuanto antes.

Habían salido de Barcelona. Dicen que en el camino alguien reconoció a don Antonio Machado. Le ofreció un coche. Él lo rechazó. Continuó camino a pie – “Caminante, no hay camino, / se hace camino al andar. /  Al andar se hace camino, /  y al volver la vista atrás / se ve la senda que nunca / se ha de volver a pisar”- subió a su madre, a doña Ana, tan enferma como él y con muchos más años.

Pasan la última noche en suelo de España en Viladasens; en Cèrbere, en un vagón de tren, la primera en suelo francés. Se desplazan por ferrocarril, a Colliure. Los alojaron en el hotel Bougnol-Quintana. El 22 de febrero, de 1939, Miércoles de Ceniza, como hoy, muere a las tres de la tarde -¿neumonía, pena? - don Antonio Machado. Su caja descansó entre dos sillas… Tres días después, doña Ana tuvo la visita que la llevaría al último viaje.

Levaron su cuerpo al cementerio de Colliure. He pasado varias veces por allí. La primera era, también, febrero. En la sierra de Albuera, en el Alto Ampurdán corté un ramillete de flores de almendros. Era una tarde muy gris y fría. Lo dejé sobre el granito. Todo alrededor era gélido. La última vez, era verano. Compramos un ramo de rosas, y cuando llegamos al cementerio un grupo con mucha algarada estaba junto a la tumba. Mi mujer limpió un recipiente de cristal y cuando acabado “el folclore”, se marcharon, nosotros dejamos el ramo de rosas…

Atrás, en el recuerdo, el patio donde madura el limonero, “el sol de la infancia” y la tierra de Soria – con Leonor en el Alto Espino - y Baeza y Segovia…Y aquella pregunta en el camino de doña Ana “¿Cuándo llegamos a Sevilla?



                            Colliure (Francia) Pirineos Occidentales.

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