Para ti...
sábado, 30 de abril de 2022
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Amigos del hombre
30 de
abril, sábado. Ajo y limón. Los dos, juntos o por separado – a
gusto del consumidor- tienen tantas propiedades nutritivas, que se consideran
como auténticos amigos de la humanidad. Me van a preguntar ¿por qué? A ver cómo
le ponemos al niño.
Dicen que el ajo es el mejor antiséptico,
antibiótico y antimicótico natural que existe. Desde hace más de siete mil años
se conoce su consumo y desde Asia, de donde se cree que procede, se ha
extendido por todo el mundo.
Por si fuese poco, le conceden un excelente poder depurativo, ayuda a
eliminar toxinas del organismo y contribuye a la formación y regeneración de la
flora intestinal y, además, mejora la circulación de la sangre debido a su
poder anticoagulante.
Si se toma en ayunas, baja colesterol y
triglicéridos, previene y combate enfermedades cardiovasculares,
alivia malestares gastrointestinales, combate enfermedades respiratorias, regula los niveles de glucosa,
ayuda a bajar de peso… (Esto, aunque lo digan los expertos, con todos mis
respetos, no me lo creo. Lo único que no engorda es lo que se queda en el plato).
Los limones contienen vitamina C, un poderoso antioxidante, y son
una fuente de compuestos vegetales que tienen
efectos antioxidantes y antiinflamatorios. Los antioxidantes ayudan a proteger
las células del cuerpo.
El limón viene de
Asia. Se desconoce el lugar exacto donde nació. Hay diversas teorías. Los
judíos lo conocieron y de allí lo llevaron al mundo romano. En los frescos de
Pompeya hay reproducciones del fruto y se cultivó en Sicilia. Los árabes lo
trajeron a España en el siglo XIV y en el XVI se conocía en Alemania.
Tiene muchas propiedades. Entre otras, reduce la tos seca, acaba con las flemas
y baja la sequedad de la garganta, además de abrir los pulmones. Favorece a la circulación
sanguínea y reduce la presión arterial si se consume regularmente.
Además, estimula la producción de óxido
nítrico, un vasodilatador que relaja
las paredes de las arterias y facilita la circulación de la sangre. Asimismo, la hesperidina
del limón disminuye la
inflamación y la rigidez de los vasos sanguíneos en personas con síndrome
metabólico. La piel del limón es rica en pectinas y el zumo en ácido nítrico.
Hay costumbre para suavizar la acidez de
los zumos del limón agregandole miel. M i amigo José María Hidalgo me recomendó
la mezcla… Lo hago desde hace muchos años. Un vaso de agua fría y el zumo de un
limón ‘a jierro’. ¡Divino!
viernes, 29 de abril de 2022
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Arrabales del castillo
29 de abril, viernes. Las calles de la primitiva
población eran estrechas, empedradas con guijarros del río, de los arroyos
cercanos o simplemente terrizas. Con polvo en la sequedad del verano y barro en
los períodos de lluvias.
En
las tardes de los jueves, que era cuando nos daban vacaciones en la escuela,
los niños nos perdíamos por las calles del pueblo. Era la aventura de descubrir
lo desconocido. Era, también la exploración de aquellos lugares a los que no
íbamos casi nunca sino solo cuando la aventura era sinónimo – que no sabíamos
siquiera si existía la palabra – de libertad.
Al
castillo íbamos con menos frecuencia. El castillo era un lugar sagrado. Entre
sus murallas se encerraba el cementerio y eso a los niños nos imponía un
respeto imponente. A veces, cuando la aventura se pasaba de castaño entonces
nos acercábamos al torreón – un cubo de la muralla – que llamábamos ‘el carnero’. Era un osario común y
donde el espectáculo era dantesco. Eso hacía que por las noches costase
conciliar el sueño y en muchas ocasiones el miedo, en la oscuridad, se
apoderaba de nosotros.
De
todas aquellas calles, la más directa para subir al castillo era la calle
Ancha. Ascendía por los bordes del arroyo Hondo. El Tajo era impresionante y,
al otro lado, se abrían las lomas del Baece que llegaban hasta las faldas del
Monte Redondo.
La
calle Churrete se abría casi en la mediación. Bajaba, de manera precipitada,
hacia el vacío. A ambos lados tenía calzadas y algunas mujeres habían puesto macetas
con flores de geranios. La calle terminaba en el Llano de las Monas donde una
vez unos húngaros hicieron su función de circo. Una cabra se subía por una
escalera y un hombre muy moreno tocaba una trompeta. La mujer del húngaro
vestía con ropas muy raras y pedía unas monedas al final de la representación.
Por
la calle Barranco – se entraba por una calzada – se llegaba a la calle Postigo.
El maestro en la escuela nos dijo una vez que era la calle más antigua del
pueblo y que su nombre aparecía en el Libro del Repartimiento – que no sabíamos
que era – pero que se nos antojaba como algo muy importante. Los niños sabíamos
que los papeles viejos era algo a lo que había que tener mucha consideración y
si encima se juntaban a modo de libro, entonces, más. Los niños sabíamos que
nuestro pueblo era diferente – ¿o igual? – a otros pueblos.
jueves, 28 de abril de 2022
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Una mañana cualquiera
Avenida Cervantes. Álora (Málaga)
28 de
abril, jueves. La mañana se alarga. El cielo, pespunteado de
nubes. Hay poca gente por la calle. Casi todos suben y bajan por la misma
acera. En la puerta del banco un grupo de personas se da la vez conforme vienen
llegando otros usuarios. El servicio muy deficiente y desconsiderado, tiene a
gente de diferentes edades de pie, en plena calle, agolpados a la espera de su
turno para ser atendidos.
Suena el cierre metálico de una
persiana de corredera. Comienzan a abrir los comercios. Antes que éste abrió la
tienda de productos estéticos… Poco a poco hay una sinfonía de ruidos
metálicos. Anuncian que el comercio toma la actividad y abre sus puertas.
La tienda de enfrente se dedica
a servicios de agricultura y floristería. La chica que la atiende, ha sacado un
carrito con bandejas llenas de macetas: yerbabuena, gitanillas, geranios,
claveles y rosales y otras flores que desconozco sus nombres…
Los bares de la avenida
abrieron muy tempano. Unos, antes que otros. Normal. Han puesto las mesas en la
terraza. Unos extranjeros toman asiento. Son asiduos cada mañana. Consumen. A
esas horas tempraneras son desayunos convencionales. Un bollo de pan con aceite
o alguna otra cosa y un café humeante.
En mi pueblo, por mor de las levaduras o vaya usted a saber por qué,
cada día está más malo el pan, claro que otros no tendrán ni eso. Sube un murmullo sordo. A veces, alguna voz
sobresale de las otras y se impone…
Se oye – calle abajo- la marcha
de los coches. En esta avenida hay una sola dirección de tránsito de vehículos.
Van lentos, los motores silenciosos. El silbato del aparcacoches que viste con
un chaleco sin mangas de color amarillo limón, suena de manera intermitente
para indicar a los conductores donde quedan huecos libres. Algunas veces es su
propia voz la que sobresale.
Ha pasado un grupo de turistas.
El autobús ha debido dejarlos en las afueras y ahora inician su visita. Miran a
los lados con cara de curiosos Dentro del grupo, forman entre ellos pequeñas
islas agrupadas. Marca la ruta – es la guía – una chica joven, relativamente
joven con calzado deportivo y un paraguas de colores azules, blancos y rojos.
El grupo sigue a la chica del paraguas que lleva un andar vivo. Eso hace que se
estire el grupo.
miércoles, 27 de abril de 2022
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El ritmo de la vida
27 de
abril, miércoles. Me he subido a la buhardilla. Estoy rodeado de
libros. Es el lugar, mi refugio, donde escribo, donde me sumerjo en mis
interioridades, donde me deleito en la música, donde al fin y al cabo me encuentro
muchas veces conmigo mismo.
Se está bien. Escucho en la
lejanía la tormenta que esta tarde se ha desencadenado sobre la zona oriental.
A través de la pequeña ventana veo El Hacho, y sobre él, un cielo entolado por
nubes negras. Son cúmulos-nimbos tormentosos que vienen cargados de agua.
Por aquí el mes de las
tormentas no es abril, sino septiembre. Es también el mes que hace bueno el
refrán: “Septiembre o seca las fuentes o se lleva las puentes”. De las tormentas
de septiembre, en Álora tenemos un amplio muestrario.
Precisamente, el 28 de
septiembre de 2012, una tormenta de madrugada que descargó entre el Valle de
Abdalajís y la Cureña, hizo que el arroyo de Las Piedras tomase una crecida
descomunal hasta su desembocadura, aguas abajo del Peñón del Negro y la Huerta
de Loja, frente a Las Mellizas, en el río Guadalhorce.
El primero que cayó, fue el
puente de la Vía de Servicio para una posible evacuación ante una emergencia en
la vía del AVE. Todavía no se ha reparado. El segundo, el puente de Hierro
entre la Estación de Ferrocarril y la Barriada de El Puente, en Álora…. Ese
puente tiene su historia. Algún día diré algo. Hoy ha saltado la noticia. Esta
mañana el acalde y el presidente de Diputación de Málaga han puesto la primera
piedra para recuperar el paso – peatonal – entre ambos núcleos de población.
La noticia, dentro de lo
raquítica, es positiva. Dice otro refrán que “un grano no hace granero, pero
ayuda al compañero”. A pesar del tiempo transcurrido y tras ímprobas gestiones
de la Corporación anterior y la actual, al menos se ha conseguido un paso, dentro
de la vía verde, que se va a construir en las orillas del río Guadalhorce. A
ver cómo queda el asunto cuando se concluya… Claro, que ¡menos da una piedra!
Ahora, en esta tarde primaveral
de abril, suena una tormenta lejana. Vienen chaparrones fuertes. Sale el sol a
ratos, rabioso y picante. Es ideal para el desarrollo de un hongo que produce
el oidium. Afectará a los rosales, a los olivos, a las parras, a los cítricos….
martes, 26 de abril de 2022
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Esas cosas que pasan
Amanecer en el mar
26 de abril, martes. El otro día mi amigo Bartolo
citaba a alguien – no sé quién – que afirmaba aquello de “dale tareas al que
tiene muchas, que te las resuelve”. Tengo que discrepar cariñosamente con él.
Uno puede lo que puede y hasta donde puede. Ya se sabe aquello de “el dorado
está siempre un poco más allá de donde podemos llegar”.
Este fin de semana, el maestro
Abel Moreno ha pregonado a la Virgen de Flores en Encinasola, su pueblo, su
Virgen de Flores, nuestra Virgen de Flores. Tengo muchas deudas de gratitud con
el maestro. Debería haber estado allí… ¿Ves Bartolo?, eso de las muchas tareas,
a veces te deja en la cuneta del camino y no puedes estar donde el afecto te
tenía marcado. Claro que Fermín propiciará el reencuentro, aquí o allí. Da
igual, el camino lleva o trae según se ande.
Un amigo esta mañana, casi a
las claras del día, escribía: “Si alguna vez en vuestro íntimo dominio sentís
la gran desazón del tiempo quemado, abrid la ventana y preguntad al viento, al
reloj, a las estrellas, a las olas… a todo lo que huye o muta cómo salir de
esta situación. Y todos los preguntados al mismo tiempo te responderán:
libérate, embriágate de luz, de amor, de recuerdos, de belleza de alegría, de virtud...
de lo que quieras, pero no dejad vuestras almas quietas, inmóviles…”
Ha volcado el día en que los
portugueses pusieron claveles en los cañones de los fusiles. ¡Grandola, vila
morena! ¡Tengo tan buenos recuerdos de la ciudad y de la gente que me ayudaron
en un entuerto al atardecer, que me quedo sin palabras y solo agregaría, además
de ‘morena’ ¡Grandola solidaria! Grande, grande, en su pequeñez dentro del
Alentejo.
Y digo yo. ¿No hay nadie que le
diga a Putin que a lo mejor con claveles en los fusiles no se produce tanto
dolor y al igual se arreglan mejor las cosas? Uno que es un iluso, piensa
muchas veces en la buena voluntad de la gente.
Si usted viaja en el mismo barco y me lo permite, ni vea telediarios y
lea los periódicos. Las noticias son demoledoras. De verdad que cuesta creer
que en el alma de un ser humano anide tanta crueldad… Por cierto, el campo de
cine. También era de cine Hitchcock y ¡miren el miedo que nos metía…! No es el
caso.
lunes, 25 de abril de 2022
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Si tu me faltas
25 de
abril, lunes. María es una mujer sencilla, de mirada profunda
y ojos que transmiten bondad. María Gómez Riera, nació en Almáchar. Ha llegado a la poesía - ¿o ha sido al revés?
– sin hacer ruido, discreta, casi pidiendo disculpas por estar ahí, por aportar
lo que nos regala a través de sus versos. María tiene la dulzura de la uva
moscatel de su tierra…
Acaba de ganar la segunda
edición del Certamen de Poesía “José Antonio Padilla”, que ha instaurado el
Ayuntamiento de Álora en memoria del joven poeta perote que nos dejó demasiado
pronto. Quieren perpetuar su recuerdo, además de su obra, con estos certámenes poéticos.
El jurado ha premiado su poema
“Si tú me faltas”. María se ha hecho a sí
misma y en sus poemas deja que aflore la sensibilidad que atesora y nos la
devuelve con la fragilidad de las brisas que llegan a coronar las cumbres de
sus quebrados en la Axarquía.
“Si tú me faltas” es un poema
lleno de ternura, añoranza, cariño… Y lo dice, a modo de mensaje, como una nota
delicada que lleva la brisa, como un anhelo contenido que se queda en la
garganta, como un casi pedir la ayuda que se necesita, que se precisa para
seguir viviendo. “Si tú me faltas, ven de nuevo a verme, / regresa al níveo mar de mi
tormento, / ayúdame a vivir sin atreverme.”
Hace en el poema, que presentó
al Certamen bajo el seudónimo de “Gaviota”, un paso sutil por lo que se
compartió, por lo que ayudó a ir asida a una mano, y que entre las dos marcaron
el camino: “Se hundieron las arcadias en
la nada, / ausente se palomas quedó el vuelo, / el agua se olvidó que fue
cascada…
Es un poema, dentro de la
realidad que expone, esperanzado en la confianza de que no se rompió todo.
Queda un hálito de esperanza, queda un suspiro que aún – contenido – aguarda: “Te espero en el abismo, por si acaso, /
decides regresar de tu descuido; /el sol a veces sale con retraso”.
María es mujer de tierra
adentro, pero en su obra está siempre el mar. El mar de olas de nácar, de
profundos y extensos azules, de horizonte que no tiene fin… No podía estar
ausente de este poema: “Y espero de la
brisa su silbido, / su aire marinero, su caricia, / la excelsa sinfonía de tu
latido”.
domingo, 24 de abril de 2022
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Virgen de Flores en Encinasola
Romería Virgen de Flores, Encinasola (Huelva)
24 de abril, domingo. Encinasola despierta con aire de
romería y con volteo de campanas, con flautas y tamboriles, con un revuelo de
mariposas blancas, con un ¡ay! prendido con alfileres de luceros por los
caminos del alba, y se asoma de puntillas al horizonte de la Sierra y pregona…
¡Viva la Virgen de Flores! porque mañana es “Lunes
de Albillo…”
Encinasola, lejana en la distancia, y
acurrucada entre encinas; soñada, querida, amada…; magia de Andalucía, esa
tierra a la que pedimos tanto, y damos a veces, tan poco. Encinasola, hilvanada
con hilo blanco en la Sierra, pespunte de primor en un encaje impoluto, ventana
de España por la que sacamos el pañuelo despidiendo al sol cada tarde, cuando
se va camino de América. Encinasola, a pedir de mano de Portugal, y de las tierras
de la Contienda; acogedora y hospitalaria…
¡Viva la Virgen de Flores!
Huele a campo. Huele a madroños,
lentiscos, y majuelos, a quejigos, melojos y brezos. Y se viste de río, y la
Ribera o Múrtiga que tanto monta, que viene de Fuenteheridos - ¿heridos por tu
Amor, Virgen de Flores? - como un andarín serrano acariciando alisos por los
quebrados, por entre piedras como estrellas caídas de otro cielo… Y la Sierra
se viste de Ti, Virgen de Flores
Desde Álora con azahares nuevos, el
hijo que duda si un día se fue… sabe que hoy vuelve bajo la añoranza y el
recuerdo, y en la ausencia va a ir con ella – contigo Virgen de Flores - , bajo
su manto, al amparo de su mirada hasta que llegue, un año más a la ermita…
Y en un momento del día, de este lunes
de Pascua de olivos tiernos, se acercará hasta Flores, la de aquí y hará suyo
aquello…. “y es pa mí la más bonita”.
sábado, 23 de abril de 2022
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La Virgen de la Cabeza
Virgen de la Cabeza, Patrona de Álora
23 de abril, sábado. Santa Brigida da el nombre a una ermita
pequeña, a las afueras de la ciudad, en la barriada de la Estación. La ermita
está junto al camino que lleva desde el pueblo a Los Callejones de la Barca.
Santa Brígida tiene una sola nave,
diáfana, y un mural con pinturas al fresco que recuerda la acampada de
guerreros en un descanso de la batalla diaria y recorre el frontispicio del
Altar Mayor. Hasta ella llegan los aromas de las huertas cercanas o el frescor
del río en las madrugadas del verano.
Sabemos que la imagen de la Virgen de
la Cabeza se venera en un Cabezo– de donde recibe el nombre - en Sierra Morena,
entre las provincias de Ciudad Real y Jaén, en Andújar – desde el siglo XIII,
en que se apareció, según la tradición, al pastor de Colomera, Juan Alonso
Rivas.
La devoción se extendió por toda
España. De siempre fue multitudinaria la asistencia de peregrinos hasta el
santuario, a veces con desmanes, y para corregirlos el Rey Carlos III publicó una
Pragmática Sanción limitando el número de personas que podían acceder a la
romería (la segunda más antigua de España).
No sabemos quién la trajo a Alora, ni
cuándo el Concejo de la entonces Villa, la aceptó como Patrona. ¡Sería muy
interesante encontrar ese documento!
Su cofradía tiene antigüedad del 6 de
diciembre de 1625, según testimonio de Felipe García, que también dice que el
ermitaño que cuidaba la ermita en 1644 era Francisco Reina.
En 1656, su Hermano Mayor es Alonso Ruiz de la
Cueva. En 1715, Antonio Cuenca, su ermitaño. En 1777, Pedro Díaz Castro deja en
su testamento una arroba de aceite y dos libras de cera…
En el XVIII, Francisco Martínez Primo, el tallista que doró el retablo de la
Encarnación, dejó dinero para misas y tres arrobas de aceite.
La imagen
primitiva la destruyeron en los desgraciados sucesos de la Guerra Civil. La
imagen actual es de José Navas-Parejo, sufragada por doña Isabel Ríos. La Hermandad ha tenido momentos esplendorosos
alternando con otros más bajos. Ahora experimenta un resurgimiento de manos de
gente muy joven.
El devenir
socioeconómico ha influido de manera negativa en la barrida de la Estación que
ha perdido población y parte de la pujanza de otros tiempos. Hoy sus vecinos se
acogen al fervor hacia la Virgen como lazo de unión y recuerdo.
viernes, 22 de abril de 2022
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Últimos días de Cervantes
22 de
abril, viernes. Recordamos la fecha. Cervantes murió en Madrid
el 23 de abril de 1616 (había nacido en Alcalá de Henares el 29 de septiembre
de 1547, tenía pues 69 años y le faltaban unos meses para cumplir los 70) Su
vida, azarosa y con muchas estrecheces; su obra, inconmensurable.
Astrana Marín, quien mejor ha
estudiado al genio, dice que en el mes de marzo de 1516 ya se encontraba
enfermo, triste, apesadumbrado. Ya no podía con la carga de la vida. El 26 le
contesta a una carta que le envía don Fernando de Sandoval y Rojas, Inquisidor
General. Cervantes le agradece no haber quemado a ninguno de los procesados en
Toledo el 1 de noviembre anterior. Le da cuentas de su salud y le dice que “si
el mal que le aqueja tuviera remedio, no sería suficiente para las repetidas
muestras de favor…”
Sentía la muerte cerca. No le
temía, pero no era un inconsciente, y su lucidez, total. En el Persiles, acababa de escribir “en
cualquier traje que venga es espantosa”. Había hablado en su obra, muchas veces
de la muerte. En El Quijote dice que la vida es una comedia y la muerte desnuda
a los personajes. “A todos, - pone en boca de Don Quijote que se dirige a
Sancho – les quita las ropas que los diferencian, y quedan iguales en la
sepultura”.
Profesó en la Orden Tercera de
San Francisco, cuando arreció la enfermedad y se vio en peligro de muerte. Lo
hace en su propia casa. Un documento dice “(…) un día tan señalado como el Sábado Santo de 1616.
(…) y agrega, «En dos de Abril de mil seiscientos y diez y seis profesó en su
casa, por estar enfermo, el hermano Miguel de Zerbantes, en la calle del Leon…”.
El
médico que lo atiende diagnostica “ponzoña graduada”. Aconseja que se traslade
a Esquivias, a seis leguas de distancia, porque el cambio de aires en aquellos
días de primavera, de cielo claro y ardiente sol (llevaba mucho tiempo sin
llover), beneficiarían al doliente. Ignoraba que Cervantes tenía una
diabetes (enfermedad desconocida
entonces), imposible de atajar. A los pocos días tiene que regresar a la Corte
sobre el 12 o trece, “con tantas señales de muerto como de vivo”. El lunes, 18
le administran la Extremaunción.
Murió
rodeado de sus vecinos. Lo entierran en el cercano convento de los Trinitarios…
jueves, 21 de abril de 2022
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Vera Cruz
21 de
abril, jueves. He ido a la iglesia de la Vera Cruz. He ido a
la misa de difuntos por un amigo que se nos fue hace poco más de un mes… Esos
funerales siempre son muy tristes porque no importa la edad del finado – hay
cosas que vienen mal siempre, y esa es una de ellas – y se acude con el
recuerdo de la mano.
Es un templo pequeño,
remodelado, casi en el centro del pueblo que facilita que uno se acerque y
evita el desplazamiento hasta la parroquia de la Encarnación, soberbia,
impresionante…Emblema de un pueblo con un pasado esplendoroso.
Don Francisco Bermúdez, en una
ocasión nos dijo a su hijo Ricardo y a mí, - entonces muchachos – “cuando
vayáis a un pueblo, fijaos si tiene muchas iglesias, conventos y ermitas…
porque los curas y los frailes acuden al dinero como las moscas a la miel”.
Una leyenda urbana – imposible
de desterrar, por supuesto – dice que la iglesia de la Vera Cruz se levantó con
el dinero recaudado por la venta de los moriscos sublevados en la Rebelión de
las Alpujarras acaecida entre 1568 y 1571, durante el reinado de Felipe II. La
construcción de la iglesia se había comenzado en 1550, o sea dieciocho antes
del inicio de la guerra…
La iglesia ha experimentado
diferentes reformas. En tiempos del párroco Antonio Pérez y Pérez, se llevaron a cabo dos. La
primera, en 1888. Los gastos, 945 pesetas y 73 céntimos. Contribuyeron el
Obispo Spínola, -luego Cardenal, en Sevilla -; el párroco, de su bolsillo; los
vecinos y la fábrica de la parroquia. La segunda, en agosto de 1898. El Estado
aportó 5.452 pesetas, 31 céntimos. Los fieles 612 con 29 céntimos. En 1913 se
restauró a expensas de una colecta promovida por don Manuel Domínguez Naranjo.
La última, a finales del siglo XX y supuso una transformación total de su
interior. Se modificó el altar mayor, sustituyéndolo por otro, se derrumbaron
las columnas, se incorporó lo que hasta entonces había sido sacristía, y se
planificó una sola nave diáfana. Con esta reforma ha ganado en espacio y ha
perdido en originalidad. Ninguna ha acabado con la asimetría de su
fachada.
La abuela de mi amigo Pillo Lobato, fue la ermitaña – hasta entonces se
conocía como ermita – que la custodió hasta su muerte. Se enclava en la calle a
la que da nombre. Por su lateral derecho, corre la calle Erillas; por la
izquierda, el Camino Nuevo.
miércoles, 20 de abril de 2022
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Paseo
20 de
abril, miércoles. Era temprano. Dejé el coche donde siempre.
Crucé el Guadalmedina por el Puente de la Esperanza que nació tarado de una
acera. Vamos, que la hicieron más pequeña. Debieron pensar que por allí no
transitarían nunca peatones…
Pasé por el Hoyo de Esparteros
donde estaba La Mundial y ahora construyen
un hotel diseñado por un arquitecto, de esos de mucho relumbrón, y que algunas
veces se dejan caer con unos bodrios horrorosos. Esperemos que aquí no se
cumpla. Y ‘encaje’ en esa Málaga de cielo con gaviotas y palomas en el parque.
Crucé por Atarazanas. Desde la
remodelación del Mercado Central, cada día tiene más de boutique de tabernas
callejeras, muy modernas ellas, y con unas cartas de precios que como te
descuides, Dios tirita, que de mercado de abastos.
La calle Herrería del Rey -
¡qué encanto de nombre ¿verdad? – es estrecha y corta; lóbrega y húmeda.
Íntima. No entra el sol nunca. Ya está tomada por la churrería de Aranda que ha cogido todos los portales
libres… Y como va a más, ha revuelto también por calle Alhondiga… Me siento.
-
¿Qué va a ser, pregunta el camarero?
-
Un chocolate y tres churros… Ah y un botellín de
agua fría, por favor.
Y ahora, todo tan moderno,
apunta en un aparatillo. Transmite la orden y no se escucha eso de: “marchando
un chocolate, tres churros, y botellín de agua fría, para la cuatro...”
Anduve por Puerta del Mar, en
el entronque con la Plaza de Félix Sáenz. Uno de los hombres ilustres de la
Málaga del XIX. Por Alarcón Luján, que fue alcalde, salgo a Larios. Decir ese nombre
en Málaga es como nombrar la Torre Eiffel en París, el Vaticano en Roma, Time
Squar en Nueva York o la Puerta del Sol en Madrid…
Caminé de espaldas a las brisas
que suben del mar. Llegué a la Plaza de la Constitución. En su esquina, ya no
está la zapatería Parriego, donde una mañana se entró el perote y pidió unos
zapatos del 42. Se dio un paseo por la
alfombra y preguntó el precio y…
-
Treinta y dos mil pesetas…
-
¿Treinta y dos mil pesetas por unos zapatos?
-
Tenga en cuenta que es confección a mano, piel
de cocodrilo y, además, Parriego….
-
Pa
riego me compro yo unas botas, por quinientas pesetas ancá El Pintó, y van divinamente…
martes, 19 de abril de 2022
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Teba
19 de abril, martes. Si vas a Teba (“De Teba, ni agua bebas”), de la mano del refranero, ni entras. El refranero es cruel con todo, menos con lo propio. Aquí, la gente como en todos sitios.
Teba otea horizontes y cielos que, aunque lo parezca, no es lo mismo. Sobre la vertical de su eje, pájaros metálicos movidos por queroseno, enfilan el aeropuerto de Málaga. Traen gentes de todos sitios. Están, ven, gastan, se tuestan al sol de la costa, compran y luego – hay quien también se queda – se van.
Si vienes como desde Campillos,
párate en el arroyo de
Teba está a dos
vertientes. La sierra que has dejado
tras de ti es la de Peñarrubia. (Al pueblo lo engulló un pantano). Desde lejos,
el castillo de
Teba tiene historia vieja. Por aquí anduvo el hombre desde muy antiguo. Lo dicen los restos encontrados en el Pilarejo y en la Cueva de las Palomas.
Los romanos le dieron mayor entidad. Los musulmanes, un empuje grande. Vamos que casi las ruinas que ves ahora, son los restos de lo que edificaron. La población, sin embargo, “se movió un poco”, dicen los papeles, hacia el emplazamiento que tiene hoy. Alfonso XI puso en ella la frontera.
Lo más curioso viene ahora. Black Douglas, con el ejército escocés, iba de camino a las Cruzadas. Llevaba consigo el corazón del rey de Escocia Robert de Bruce (¡qué gustos tenía la gente! ¿verdad? Supo de lo que pasaba por los contornos de Teba y, se alió con los cristianos que asaltaban el castillo. Murió en el empeño ¡Y es que hay caprichos que matan! Una placa recuerda el hecho. (Con el corazón no sé qué pasó).
La parroquia de Santa Cruz, del
XVIII. Me llamaron la atención las columnas de mármol rojo que trajeron de El
Torcal de Antequera. Vete luego, como para el llano. Cruza la
vía del tren. Va para Algeciras. Tú, sigue camino…
lunes, 18 de abril de 2022
Una hoja suelta del cuaderno de mi casa. Desde la ventana
18 de abril, 2022. A veces me asomo a la ventana
con el morboso deseo de contemplar las caras de las gentes que llenan las
terrazas de los bares que circundan mi casa. La cara, dicen que es el espejo de
alma. Puede que sea cierto. Estos días de celebraciones – salvo cuando la
lluvia ha dicho otra cosa- la gente se ha echado a la calle.
Es curioso observar la cara de
hombres y mujeres que después de un paseo largo, quizá de horas, buscan el
asiento confortable de una silla metálica y el sabor reconfortante de un
refresco. Tienen que cargar azúcares y darle un poco de descanso al cuerpo
maltrecho y apaleado por horas de estar de pie, de aguantar bullas, de soportar
achuchones…
Son generalmente gentes que han
pasado los cuarenta. Los más jóvenes van a su bola y siguen de largo. A ciertas
edades, con la diversión vienen otros componentes que más que estimular, son
frenos y aconsejan un poco de parada. Desde la distancia no logro leer en sus
ojos; sus caras expresan cansancio.
Los niños son otra cosa, la
mayoría se las anda con la cabeza metida en el móvil y trastea con una
habilidad asombrosa en las teclas. Las caras de los padres…. Algunas son inexpresivas,
que venden hastío; otras, tienen la ilusión un poco ahogada por el cansancio.
(Una mujer ha sacado los pies de los zapatos). Dejan que pase el tiempo. El
camarero les pone sobre la mesa el servicio solicitado.
La gente se habla a gritos. Es
más, a veces pienso que no habla, se chillan y se transmiten no sé qué mensajes
ininteligibles desde la distancia y desde detrás de los cristales de la
ventana.
¡Qué concentración de misterio
en esta gente que repone sus desgastadas fuerzas en las terrazas de los bares
cercanos! ¿Qué preocupaciones anidarán en sus interiores? Se han salido a la
calle probablemente para olvidarlas. Desconocen que van con ellos mismos. A
veces, llega alguien conocido que se incorpora al grupo. Se saludan efusivamente.
Le hacen sitio y, precisamente entonces no son conscientes que acaba de
incrementarse el misterio que se encierra en cada persona.
La terraza del bar es el
embarcadero de un día de fiesta cuando se viene de retirada. No han puesto le
letrero: “se prohíbe varar embarcaciones”. No hace falta. Todos, dentro de un
rato se irán camino de otros puertos…
domingo, 17 de abril de 2022
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Golondrinas y amapolas
17 de abril, Domingo de Resurrección. Juan Gaitán, el “el discípulo amado”
y no es irreverencia, ¡por Dios, que no!, nos ha recordado con un artículo
soberbio – como casi todo lo suyo – que hoy se han cumplido tres años de la
partida del Maestro, de nuestro Maestro Manuel Alcántara…
Maestro, han vuelto las
golondrinas en esta primavera que revienta flores nuevas en los caminos y
amapolas en los trigos. Pero las cuentas siguen sin estar cabales. Tú decías
que te faltaba una golondrina. Si tú lo dices, no hay nada que objetar. También
es verdad que sobran, en los tiempos que corren, algunos cristales más….
Ya ves las cosas que pasan. Nos
dejaste dicho – muchas cosas por supuesto – y ésta que tomo de tu Mar de fondo. “Tengo bastantes motivos / para no querer morirme / y para no seguir
vivo”. ¿Se pueden decir más en menos? ¿Se puede tener más claras las ideas?
España, Maestro, acaba de pasar
la hoja de la Semana Santa. Por cierto, han seguido poniendo en algunas
emisoras de radio tu oración al Cristo de la Buena Muerte, el que iba hecho un
cristo por la calle Larios y a quien le pedimos, no para el tránsito (yo como
soy un bicho raro, también lo hago) sino para el final, porque como bien evocabas
a Miguel Hernández recordándonos que muchos tragos son la vida y un solo trago
es la muerte…
Maestro, me dijiste una vez en
Benedito que te sacase de allí. Estábamos en la inauguración de una exposición
de nuestro Jaime, (que ahora, como es un poco más viejo es mejor persona aún si
cabía serlo). Con una copa delante, en el mostrador de un bar cercano me apuntaste:
“somos la última generación que a este país le llamábamos España, somos los últimos
que comemos; a partir de ahora, nos alimentábamos y tengo mis dudas que al “Niño
grande lo dejen reinar”. Como todo en lo tuyo, lo clavaste.
El resto del mundo… ¡Qué te
cuento! Un horror, un auténtico horror. Antes se morían los negritos de África
y como eso está tan lejos, pues no pasaba nada… Ahora nos matan a los niños en
Ucrania, que está ahí, como al revolver de la esquina…Y la cosa está más cerca.
Bastante más cerca.
Dios debe estar de cabeza.
Mejor, a Dios lo traemos de cabeza. ¿Se habrá olvidado de nosotros? Echo mano a
tus versos: “Yo no le guardo rencor. / Si
lo encuentro alguna vez / nos perdonamos los dos”.