Ha
amanecido un día revuelto y ventoso. Arrecia el aire de levante. Baja bravucón
por la cañada y hay un ulular lejano que, en ocasiones amenaza, y hasta da un
poco de zozobra. Mueve las ramas de los árboles y ha recogido a los pájaros no
se sabe dónde. Todos han buscado un lugar de resguardo.
Parece
que por unos días se ha aparcado otra ventolera, la del lobo. Es fácil decidir
desde una mesa de despacho con calefacción en invierno y aire acondicionado en
verano. Ignoran que el lobo es un depredador. O sea que es un animal que mata
por matar. Lo lleva en sus genes. Otros animales matan para comer o lo que es lo mismo, para
subsistir. El lobo, no. El lobo mata por instinto.
Dicen
los que saben que entre ellos no existe la más mínima empatía y que siempre
están, entre sí, a dentelladas – como algunos hombres – pero que cuando van de
caza, lo hacen en manada para asegurarse el éxito.
El
lobo ataca y no se conforma con satisfacer la necesidad de su comida diaria.
No. Mata, y si se me permite el término, cuanto más mata, mejor se siente por
dentro. Su paso es un reguero de muertes innecesarias y sin ningún sentido, sin
lógica aparente.
Ahora
hay una lucha, perdida de antemano por los ganaderos, que nadie se lleve a
engaño, en la que unos exponen la necesidad de sobrevivir con explotaciones
ganaderas extensivas y otros defienden la belleza (¿?) de una naturaleza sin
ningún control, donde el más fuerte, en este caso, el lobo, impondrá su dominio.
Dicen
los expertos que el lobo carece de capacidad para establecer lazos sociales lo
que hace imposible que se pueda domesticar. Es más, explican que incluso lobos
criados en cautividad y en contacto con el hombre nunca llegan a los niveles
que alcanza el perro.
Se
abren preguntas y dudas. ¿La próxima en caer será la ganadería brava? Todo
puede ocurrir. En las dehesa en las que pastan animales totémicos de pelos
berrendos, negros, sardos, colorados, salineros…, dentro de unos años, se alimentarán
ganados de razas depuradas en laboratorios de pelos uniformes para ofrecernos
una carne necesaria en nuestra alimentación, ignorantes de lo que les espera en
los mataderos industriales. Pero esos son otros lópeces.
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