lunes, 15 de febrero de 2021

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Y ahora ¿qué?

 


                 


Ha amanecido un día revuelto y ventoso. Arrecia el aire de levante. Baja bravucón por la cañada y hay un ulular lejano que, en ocasiones amenaza, y hasta da un poco de zozobra. Mueve las ramas de los árboles y ha recogido a los pájaros no se sabe dónde. Todos han buscado un lugar de resguardo.

Parece que por unos días se ha aparcado otra ventolera, la del lobo. Es fácil decidir desde una mesa de despacho con calefacción en invierno y aire acondicionado en verano. Ignoran que el lobo es un depredador. O sea que es un animal que mata por matar. Lo lleva en sus genes. Otros animales matan para comer o lo que es lo mismo, para subsistir. El lobo, no. El lobo mata por instinto.

Dicen los que saben que entre ellos no existe la más mínima empatía y que siempre están, entre sí, a dentelladas – como algunos hombres – pero que cuando van de caza, lo hacen en manada para asegurarse el éxito.

El lobo ataca y no se conforma con satisfacer la necesidad de su comida diaria. No. Mata, y si se me permite el término, cuanto más mata, mejor se siente por dentro. Su paso es un reguero de muertes innecesarias y sin ningún sentido, sin lógica aparente.

Ahora hay una lucha, perdida de antemano por los ganaderos, que nadie se lleve a engaño, en la que unos exponen la necesidad de sobrevivir con explotaciones ganaderas extensivas y otros defienden la belleza (¿?) de una naturaleza sin ningún control, donde el más fuerte, en este caso, el lobo, impondrá su dominio.

Dicen los expertos que el lobo carece de capacidad para establecer lazos sociales lo que hace imposible que se pueda domesticar. Es más, explican que incluso lobos criados en cautividad y en contacto con el hombre nunca llegan a los niveles que alcanza el perro.

Se abren preguntas y dudas. ¿La próxima en caer será la ganadería brava? Todo puede ocurrir. En las dehesa en las que pastan animales totémicos de pelos berrendos, negros, sardos, colorados, salineros…, dentro de unos años, se alimentarán ganados de razas depuradas en laboratorios de pelos uniformes para ofrecernos una carne necesaria en nuestra alimentación, ignorantes de lo que les espera en los mataderos industriales. Pero esos son otros lópeces.

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