jueves, 4 de febrero de 2021

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Y allá al frente, Estambul

 


 

La clase, era un recinto pequeño, interior, con tres ventanas grandes que siempre estaban cerradas en uno de los laterales. A la clase se llegaba a través de otras dependencias y una puerta de cristales traslúcidos.

Tenía, al lado izquierdo conforme se miraba desde los pupitres de los alumnos, un estrado de madera, con una mesa vieja y un sillón ajado para uso del  profesor. En el testero principal, un crucifijo. Debajo del crucifijo, una pizarra que ocupaba todo el testero.

 Cuando no se usaba la pizarra, sobre ella se extendían los viejos mapas para la clase de Geografía. Como estamos en lo que entonces podría equivaler a Segundo de Bachillerato, - para nosotros era Segundo de Humanidades o de Latín – correspondía la Geografía Universal.

Era la asignatura donde se me volaba el tiempo. La asignatura que más me gustaba, la que me hacía soñar sobre la superficie del mapa. La mente del muchacho nunca quieta, soñaba con visitar algún día aquellas tierras, reencontrarse con aquellos ríos, entrar en las ciudades que eran un nombre sobre un punto negro que sobresalía sobre otros puntos…

 

El muchacho supo que existía un tren que se llamaba el Transiberiano y una ciudad Novosibirik, a orillas de un río, el Obi, que conjuntamente con otros, el Yenisei y el Lena, eran los tres grandes ríos de Siberia. Un día, conoció que Siberia, además de esos tres, tenía miles de ríos que formaban un entramado enorme y que, en su extremo, en Jabárovsk, se unían el Amur con el Ussuri y que al otro lado estaba China…

Don Emilio era un hombre bajito, con poco pelo, algo barrigoncillo y con voz fina de canario aflautado. Era casi el responsable de avivar los sueños de quien siempre llevaba la imaginación por delante de la realidad. 

Un día, don Emilio extendió el mapa de hule viejo y despegado por los extremos y dijo en voz alta: “Y ve el capitán pirata/ cantando alegre en la popa / Asia a un lado,/ al otro Europa. Y allá al frente Estambul….”

Y a continuación, lanzó una pregunta: ¿Por dónde navega el Capitán Pirata? Y como una avalancha de flechas, las respuestas cruzaban el aire:

 Por el Bósforo, por el mar de Mármara, por el mar Negro, por el Mediterráneo, por los Dardanelos…

 Don Emilio sonreía y movía la cabeza….

 

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