domingo, 7 de febrero de 2021

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El alma de los árboles







Lo dijo hace mucho tiempo el maestro Alcántara: los árboles tienen alma. El maestro llevaba razón en muchas cosas, en esa también. Martín Descalzo, ¿se acuerdan de él? Sí aquel que escribió  Un periodista en el Concilio y Un Cura se confiesa… escribió que Roma era la única ciudad del mundo donde los cipreses no son tristes. Alejandro Casona nos lo dejó en una obra de teatro: Los árboles mueren de pie.

Ahora, cuando febrero toma mando en plaza, y se aviene a recibir a la primavera, los almendros han sacado sus mejores galas. Los almendros se han vestido de blanco – el blanco de los almendros es un blanco diferente a todos los blancos – y han pespunteado de encaje las laderas y las quebradas.

Los almendros son el grito que sabe a todos los lugares de las sierras, y como el eco se vuelve en las cumbres, en las rocas, en las cañadas, en esas laderas donde ya andan de cortejo las perdices en celo, y algunos pajarillos que se adelantan a la vida que no se detiene nunca.

Están preparando ya su ajuar de flores, los ciruelos. Ahora hay cantidad de variedades – a mí un amigo me ha proporcionado varias ejemplares de nombres rarísimos y que vienen de sitios lejanos – desconocidas hace unos años, pero que ahora, como las distancias se acortan, llegan a todos sitios.

Las higueras ya muestran en el extremo de sus ramas los frutos. La higuera es el único árbol que da el fruto antes de vestirse y apuntan a una cosecha generosa. Ya se sabe, luego vendrán bandadas de estorninos, y de mirlos madrugadores, y de grajillas… El Evangelio decía que los pajarillos del campo no siembran y recogen. Bueno, no era exactamente así, pero nos vale. Yo agregaría, que tampoco podan ni queman la leña de la higuera. El refrán lo dejó muy clarito: “la leña de higuera que la corte mi hijo y la queme mi nuera”.

Los árboles tiene almas purísimas. Como algunos hombres. Otros hombres tienen el alma muy fea y sacan ocurrencias como la de arrojar ácido a la cara de otras personas. Esos canallas deben tener el alma negra, muy negra, tan negra, como el alma de uno al que llaman Satanás…

 

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