Informa el telediario, que el
destrozo que ha dejado la borrasca Filomena en la arboleda urbana de
Madrid, ha sido descomunal. Madrid, después de Berlín, está catalogada como la
ciudad con más árboles de Europa. Desconozco la certeza de esta afirmación,
aunque no pongo en duda lo que dice el hombre del tiempo de los daños
producidos por el temporal.
Llevo casi un año sin aparecer
por Madrid. La culpa, obviamente la ha tenido el dichoso bichito que nos ha
trastocado tantas cosas, pero como afirma el refrán “donde manda patrón, no
manda marinero” y aunque a uno los deseos le empujen, la sensatez tiene que
imponerse.
Del Retiro, guardo muchas
imágenes. Unas vividas y otras, porque son esas improntas que llegan de alguna
u otra manera. Me quedo con dos. Las fotografías de don Benito Pérez Galdós,
ciego y viejo, presidiendo la erección de su monumento sufragado por suscripción
popular, y don Pío Baroja, una mañana fría de niebla, con las manos a la
espada, dando su paseo habitual.
El Parque de Retiro – no hablemos
hoy de su rosaleda de Cecilio Rodríguez – es una muestra de ejemplares únicos,
poderosos, que llenan de asombro al visitante que quiere deleitarse con la
muestra que se ofrece en el corazón de Madrid.
El vecino más antiguo de Madrid,
vive en el Retiro protegido por una baranda de forja. Se eleva al cielo y
parece que en su altivez, casi mira con engreimiento a los visitantes que
quieren acercarse hasta su sombra. Es un Ahuehuete, es el Ahuehuete.
Dicen los expertos que sobrevivió
a la Guerra de la Independencia, otros le dan un poco de menos edad y afirman
que tiene en torno a los doscientos años. Y ahora, acaba de sobrevivir a la
nevada.
Vino de México donde vive en
lugares cercanos a las aguas, a los ríos, a zonas pantanosas. Su nombre tiene
muchos significados. Probablemente
se pueda traducir como "tambor de encino". Otras etimologías, aunque
improbables, son "aquel que no envejece" (de amo,
negación; huehuehti, envejecer), "anciano de agua" (de alt, agua;
y huehueh, viejo o anciano).
A
su sombra, cuenta la leyenda, Hernán Cortés lloró con amargura la pérdida de la
mitad de su ejército después de la derrota conocida como la de la “Noche
triste”. En México es valorado como un árbol sagrado y por su longevidad, como
mítico; en Madrid, como una joya.
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