miércoles, 3 de febrero de 2021

Una hoja suelta del cuaderno de bitácor. Te recuerdo

 

 

                                      



Vestía un abrigo que pasaba un poco más abajo de las rodillas y casi al filo de unas botas negras de piel, de calidad. El abrigo era beig. Tenía una solapa amplia que se abría a ambos lados de su cuello. En una de las solapas llevaba una mariposa, de diseño. En el cuello, anudado, un pañuelo de seda natural, con colores a juego con el equipo.

Su tez blanca, órbitas sombreadas, pelo rubio con unas mechas que se escapaban, por detrás, por encima del abrigo. Perfume caro. Fui afortunado. Compartíamos ascensor.

El mozo, un chaval joven, uniformado, con gorra, como chapiri de legionario, un poco caído a un lado. El chaval tenía la mirada perdida e indiferente. ¿Qué pasará por la mente de estos mozos de ascensor en los grandes hoteles de una ciudad descomunal?

En un momento, ella abrió el bolso. Un bolso de marca cara. Sacó la barra de labios. Mecánicamente, se pasó el filo de la barra por los labios. Hizo una mueca y se esparció la pintura (tenía unos labios preciosos) y no sobró nada ni faltó para dejarlos impregnados.

Se sentía observada. Ni el mozo, ni yo dejamos nuestra cara de póquer, indiferentes. Sabía que aquel movimiento no nos había pasado indiferente. En el habitáculo interior del ascensor sonaba una música por la megafonía interior. Era un música relajante, como para hacer más llevadero el tiempo dentro de aquella jaula.

Nunca sabré su nombre. Ella iba a alguna parte. Yo, también. Estuve a punto de sacar el bloc, el pequeño bloc de notas que, a veces, llevo en el bolsillo interior izquierdo de la americana y tomar algunas notas. No lo hice. Intenté memorizar todos los detalles. Los botones interiores que detenían el ascensor, el tapizado de sus paredes, el marco del espejo del fondo que daba profundidad…

Yo sabía cómo había regresado hasta el hotel. Una larga caminata por las calles. Más de una hora, por la 8th Avenida, hasta la esquina, 300 W 44th Street, Nueva York, NY 10036-5419. Allí estaba el hotel…

En un momento determinado, el mozo, sin mediar palabra dijo en un español correcto, planta 23. Salió y se colocó en posición de firmes, junto a la puerta de ascensor. Salí. Cuando yo había traspasado el umbral, volvió a entrar. Se cerró la puerta; el ascensor siguió su marcha…

 

 

 

 

 

 

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