Es una plata espinosa – hablamos
del espárrago silvestre - que crece en
lugares soleados y secos, bien ventilado y sin excesiva humedad. Gusta de aparecer
entre las piedras de los majanos, en una herriza, en las quebradas donde solo
llegan algunos animales y con mucha dificultad la mano del hombre.
Aparece también en los bordes los
caminos, y en los taludes de la vía del tren. Eran proverbiales, eso dicen -
los que crecían en la abandonada vía del tren de Madrid a Almorox , en Toledo, donde
el Lazarillo y el ciego protagonizaron el episodio de las uvas junto al vallado
¿lo recuerdan? o entre Pinto y Valdemoro pero eso son otros lópece.
Florecen a finales de agosto.
Entre la gente del campo existe la creencia de que una buena floración es el
preludio de uno otoño rico en lluvias y benefactor para el campo. Todo es
posible.
Lo comieron romanos – de su mano
pudieron venir a la península Ibérica -, griegos y egipcios. El tratado más
antiguo que se conoce sobre la cocina De
re coquinaria, escrito por Marco Gavio Apicio, en tiempos del emperador
Tiberio, en el siglo I, da cuenta de un puñado de recetas, y de las distintas
maneras de usarlo en la cocina de Roma.
El esparrago es bajo en calorías,
no tiene ni grasa ni colesterol y su contenido de sal es muy pobre. Tiene
propiedad diurética hasta el punto que en algunos lugares de España se
recomienda como algo muy bueno para la limpieza del riñón. La riqueza de
esparraguina hace que le dé un olor muy característico a la orina si se toma
una cantidad apreciable.
En la cocina, según qué sitios se
usan de manera diferente. Quizá la más generalizada es a manera de tortilla con
huevo y aceite, si es de oliva virgen extra, mejor, en majillo, y también como
acompañante de carnes de caza o de aves de corral.
En Álora, desde siempre, se han considerado “libres”. O sea, que no son propiedad
del dueño de la finca donde crecen espontáneos y cualquier persona puede entrar
a recolectarlos. Así se recoge en el Libro del Repartimiento tras la conquista
por los Reyes Católicos. Aquí, también
se usan en la cocina, es un componente esencial en el palto estrella de la
cocina autóctona, las sopas perotas y
si se acompañada con unas naranjas
cajeles…
Qué bien observado y escrito. Una gozada el leerlo. Escribirlo no va más. Gracias
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