Los pueblos mesopotámicos,
vivieron entre dos ríos míticos: el Tigris y el Éufrates. Dicen, que allí
estuvo asentado el Paraíso terrenal. O sea, aquel lugar idílico donde Adán y
Evan se las prometían muy felices hasta que llegó el dichoso reptil.
Al sur, las tierras eran
fértiles. Las aguas de los dos ríos la fertilizaban.
Ya de por sí eran buenas, mucho más buenas que las del norte, pedregosas y
áridas.
El hombre de la Mesopotamia – en
este caso, el babilónico – era un excelente
agricultor. De ellos hemos conocido técnicas de irrigación y canalización de
las aguas, y cómo sacar el mejor aprovechamiento de la tierra. Ellos, también
difundieron el conocimiento de los astros y lo que es importante, la influencia
de las fases de la luna en los cultivos y en la tierras.
De las cuatro fases de la luna,
en cada una, los rayos inciden de una manera más o menos directa sobre las
plantas, afectando a la raíz, al tallo y al follaje. Según qué fase, la faena
agrícola que pueda desarrollarse, tiene un mayor o menor beneficio.
En la fase de luna llena, la
savia se moviliza hacia los tallos. Es el momento ideal para la recolección de
frutas y hortalizas de hojas, como acelgas o lechugas. Sus tallos aéreos están
pletóricos.
En la luna creciente, comienza el
movimiento de la savia. Es el momento propicio para la siembra de coles,
espinacas…, no de bulbos que ‘se suben’ y se salen a la superficie de la
tierra.
En la luna nueva, (no se ve la
luna en el cielo) la savia se concentra en la raíz. Es esa fase propicia para
la recolección de rábanos, rabanillas o zanahoria.
La fase menguante (tiene forma de
C, a la inversa, y no se podría escribir la palabra ‘creciente’) es la ideal
para la siembra de bulbos y plantas de raíz como puerros o ajos. Es también el
momento de poda de plantas leñosas como vides, rosaledas, glicinias o jazmines.
El refranero piensa en la
menguante de enero. Lo dice claro: “tantos días tiene enero, como ajos pierde
el ajero”. Hoy sé que un amigo, que cultiva esta preciosidad de huerto ha
estado sembrando sus ajos… Me lo ha dicho por teléfono, y por aquello de la
inspiración que decía el maestro Alcántara “me ha encontrado trabajando”. Y yo,
lo cuento…
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