lunes, 25 de enero de 2021

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Benditas sean tus manos, Señor



Lo ha publicado Marilina, esa mujer artista que ve lo que todos miramos pero solo ella ve y, luego, nos lo cuenta. Lo hago mío. “¡Benditas sean tus manos, Señor!”, ha dicho. Sí,  Benditas sean. Benditas sean ahora y siempre.

Sin que nos hayamos percatado, como solo Dios suele hacer las cosas,  ha vestido de verde los campos. Un manto nuevo como un velo de esperanza nos anuncia que la vida, a pesar de algunos hombres, empeñados en lo contrario, sigue y sigue.

Dios toca la sinfonía del viento y deja que corra a su antojo por las veredas y las cañadas y que juegue al escondite entre las quebradas y las crestas de las lomas y hace que se ondulen como olas que vienen de otro mares, y cuando le parece va y se vuelve, y hace que nos acaricie la cara  y deje esas notas que solo Él le saca cuando quiere hacerlo.

Ha hecho que las semillas nazcan esparcidas… Las que llevaron los pájaros y las que se quedaron bajo el manto de la tierra y con las lluvias de otoño y con la nieve caída y….,  ahora germinadas lo dejan todo a pedir de belleza.

Benditos sean los árboles que salpican las laderas y los purifican todo. Dios lo esparció a voleo y nos dan oxígeno para respirar limpio y nos vivifican los pulmones, y nos dan sombra en verano cuando Tú dices que vienen los meses de calor y nos hace sudar por todos los poros y, cuando se hacen viejos con sus ramas que no nos sirven, se ofrecen para dar lumbre en la chimenea o se hacen candela que calientan las mañanas heladas de jornaleros en el campo…

Benditas sean las montañas que nos pusieron tus manos para que recorten el horizonte bajo un cielo azul puro, como era azul el manto de tu madre, como es azul la llanura del mar, como es azul cuando el día llega a todo su esplendor para goce de quien quiera perderse en él…

Benditas sean tus manos, Señor, que dan formas caprichosas a las nubes y modelaste al hombre y lo dejaste, a tu imagen y semejanza, sobre la tierra. Benditas sean tus Manos, Señor. Benditas sean y ahora que las necesitamos tanto, más.

 

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