Lo ha publicado Marilina, esa
mujer artista que ve lo que todos miramos pero solo ella ve y, luego, nos lo
cuenta. Lo hago mío. “¡Benditas sean tus manos, Señor!”, ha dicho. Sí, Benditas sean. Benditas sean ahora y siempre.
Sin que nos hayamos percatado,
como solo Dios suele hacer las cosas, ha
vestido de verde los campos. Un manto nuevo como un velo de esperanza nos
anuncia que la vida, a pesar de algunos hombres, empeñados en lo contrario,
sigue y sigue.
Dios toca la sinfonía del viento
y deja que corra a su antojo por las veredas y las cañadas y que juegue al
escondite entre las quebradas y las crestas de las lomas y hace que se ondulen
como olas que vienen de otro mares, y cuando le parece va y se vuelve, y hace
que nos acaricie la cara y deje esas
notas que solo Él le saca cuando quiere hacerlo.
Ha hecho que las semillas nazcan
esparcidas… Las que llevaron los pájaros y las que se quedaron bajo el manto de
la tierra y con las lluvias de otoño y con la nieve caída y…., ahora germinadas lo dejan todo a pedir de
belleza.
Benditos sean los árboles que
salpican las laderas y los purifican todo. Dios lo esparció a voleo y nos dan
oxígeno para respirar limpio y nos vivifican los pulmones, y nos dan sombra en
verano cuando Tú dices que vienen los meses de calor y nos hace sudar por todos
los poros y, cuando se hacen viejos con sus ramas que no nos sirven, se ofrecen
para dar lumbre en la chimenea o se hacen candela que calientan las mañanas
heladas de jornaleros en el campo…
Benditas sean las montañas que
nos pusieron tus manos para que recorten el horizonte bajo un cielo azul puro,
como era azul el manto de tu madre, como es azul la llanura del mar, como es
azul cuando el día llega a todo su esplendor para goce de quien quiera perderse
en él…
Benditas sean tus manos, Señor,
que dan formas caprichosas a las nubes y modelaste al hombre y lo dejaste, a tu
imagen y semejanza, sobre la tierra. Benditas sean tus Manos, Señor. Benditas
sean y ahora que las necesitamos tanto, más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario