No forman parte del ‘coro de
grillos que cantan a la luna’, ni están en la ‘romanza de los tenores huecos’.
No. Como las estrellas del cielo que parecen al alcance de la mano en la noches
de verano están ahí y, después, se pierden. No conocemos sus nombres.
Primero, fue el personal
relacionado con la sanidad. Dieron el dos de pecho y al atardecer, la gente muy
dada a las novedades, salía a los balcones y blandían palmas. Vamos que les
aplaudían. Algunos de esos, luego, iban a las consultas y les pegaban, pero ese
es otro cantar.
Ahora ha venido una de montar
peces. La han llamado Filomena. Era una borrasca nacida en Canarias, al sur de
las Azores y ha penetrado en la Península, por el Golfo de Cádiz. Se ha
encontrado con los restos de otra que, unos días antes, había nacido en las
cercanías del Círculo Polar y al encontrarse entre ambas, como los matones de
barrio han sacado todo lo malo que llevaban dentro: muerte a los más débiles,
navajazos, puñaladas…, aunque todo estuviese vestido de blanco.
Ni la pandemia y ni las borrascas
esperaban la respuesta de alguna gente. Son los héroes – el diccionario define
al héroe como alguien que hace algo extraordinario – del barrio, del pueblo
perdido en sierras y parajes de los que hasta ahora desconocíamos su
existencia.
Unos, iban vestidos de uniformes.
Uniformes de la Guardia Civil, Policía Local, Voluntarios de Protección Civil,
de Cruz Roja, de Funcionarios de Prisiones, de cumplidores…; otros, con batas
blancas, con turnos sin horas porque les era imposible llegar a tiempo a sus turnos (algunos han ido andando
al puesto de trabajo). Otros, en la cabina del camión…
Ha habido gente que incluso ha
ido a más. El panadero de Babia, las ambulancias que han salido de Santiago de
la Espada, por la Sagra, las gentes ofrecida desde sus casas para llevar a los
enfermos de diálisis a los hospitales o han socorrido en partos, en infartos…
Este mediodía, cuando llegué a la
rosaleda, me encontré que éste, ‘pearl see, perla del mar’, ofrecía un
ramillete de rosas. Seguro que era su ofrecimiento para los héroes anónimos que
en palabras de don Antonio: “Son buenas
gentes que viven, / laboran, pasan y sueñan, / y en un día como tantos /
descansan bajo la tierra”
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