Ha llegado a nuestras mesas con retraso. Algo
así como cinco mil años después de que se conociese en las regiones
occidentales de la India o en tierras Birmania. De allí, se extendió por todas
las regiones subtropicales del mundo. En México, probablemente, encontró su
sitio, y hoy es el primer productor mundial.
El mango es como un huevo de avestruz,
pero de colores y en fruta. No llega al arco iris, aunque se le acerca: verde,
amarillo, violeta casi morado, naranja, rojizo… Por el color de su piel se
pueden saber de él cuál es la variedad a la que pertenece.
Por su sabor está considerado,
dentro de las frutas tropicales, como de las más apreciadas entre los
consumidores. Une, a su azúcar, un sabor jugoso y una textura de color
amarillento, además de mucha riqueza en fibra.
El árbol puede alcanzar mucha
altura. Los frutos penden de sus ramas dándole un aspecto muy peculiar y característico,
mostrándolo muy distinto a la manera como otros árboles presentan sus frutos.
El tronco es rectilíneo de color verdoso.
El grado de madurez lo marca el
color de su pulpa que debe estar blanda
e incluso desprendido algo de jugo. La pulpa del mango se puede utilizar para
confituras de mermeladas, confituras, gelatinas, batidos y zumos lo que lo
afianza dentro de las frutas tropicales más exquisitas.
Los expertos en nutrición hablan
su riqueza en agua, de su gran aporte vitamínico, su carácter refrescante y la
fácil digestión. Entre las vitaminas que
aporta está la A. Puede prevenir algunas enfermedades de tipo infeccioso, cutáneas, mucosas, óseas, capilares, oculares y del sistema inmunológico.
Conlleva, también vitamina C, con la que se puede absorber el
hierro y ayuda a la formación de colágeno. La unión de las vitaminas A y C
hacen que esta fruta sea un buen antioxidante, compuesta de propiedades
nutritivas para todas las personas de cualquier edad. Por otra parte,
contribuye a reducir el riesgo de contraer enfermedades cardiovasculares,
degenerativas y cancerígenas.
Su contenido en grasa no es elevado ni en sodio ni en calorías
por lo que permite que se consuma en dietas y en tratamientos de enfermos
hipertensos, reduce el colesterol y es un buen controlador de glucemia.
Es España – el primer productor de Europa – se cría en las
provincias de Málaga y Granada entre la cordillera Penibética y el mar porque
no soporta zonas frías.
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