sábado, 16 de enero de 2021

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. De convento a columbario

 

 

                        


 

Lo que ayer fue, hoy no es. El santuario de Flores ha pasado de convento de frailes franciscanos a columbario, donde reposan las cenizas de muchas personas que, de alguna u otra manera, han tenido lazos de unión con el lugar donde se venera a la Virgen de Flores.

El santuario está relativamente cerca de la población – los frailes franciscanos recoletos, eran amantes de construir sus conventos en las afueras, en el campo, en lugar solitario y sin que la presencia de personas pudiesen obstaculizar sus labores de rezos, oración y trabajo.

El santuario se comenzó a construir a finales de siglo XVI, casi un siglo después que Álora – se toma en junio de 1484 – hubiese pasado a la Corona de Castilla bajo el reinado de los Reyes Católicos, que habían emprendido la Guerra de Granada contra el reino nazarí.

En 1592 se hace cargo del convento como Padre Guardián – los frailes residen en conventos o santuarios, y no en monasterios que es el nombre de residencia de los monjes – Fray Diego Gómez, que había venido desde el convento de Santa María de los Ángeles de Málaga, a donde lo pidieron desde el Concejo de Alora.

El convento, a lo largo de sus casi tres siglos y medio de existencia, – se desamortizó en 1835 – ha pasado por diferentes etapas. Tuvo su tiempo de esplendor con la creación, incluso de un noviciado como principal oferta, además de asistencias religiosas: predicaciones, presencia de los frailes en los entierros y servicios religiosos de otras índoles. Los frailes franciscanos recoletos (los que aspiran a la ejemplaridad de la integridad de la Orden) viven en pobreza, de su trabajo y de las limosnas.

En el santuario de Flores se venera y da culto a la Virgen de Flores que, según la tradición, la traen hijos de Encinasola, entonces Reino de Sevilla, hoy en la provincia de Huelva y limítrofe con Portugal de donde la separa el río Múrtiga.

Bajo el camarín de la Virgen, no en el lugar exacto pero muy próximo al que ocupó la cripta-panteón para enterramiento de los frailes, la iglesia católica ofrece un columbario donde reciben reposo y sepultura las cenizas de muchas personas que toman esta opción.


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