La ciudad recobra el pulso de la
normalidad con cierta lentitud. Me han faltado dos días para cumplir tres meses
de ausencia, o sea de no haber pisado el suelo de la capital. El doce de marzo,
al mediodía, bajé para recoger a mis nietos que llegaban en uno de esos trenes
que ponen Madrid al alcance de la mano en un rato, y hoy la visita era por
otros motivos.
Málaga estaba en su sitio, mejor,
parecía que estaba un poco más cerca porque al haber menos tránsito, la
carretera más abierta, daba la sensación de acorte en la distancia. Era un
simple espejismo. La torre de la catedral, esa única torre señera y estandarte para
los malagueños se asomaba sobre el desarrollismo que en un tiempo casi quiso
ahogarla. ¿Os acordáis del revuelo de
sus campanas en las grandes festividades? Desde Carranque, da la impresión de
estar en medio de la calle, oteando vientos y miradas.
Muchos bares con las persianas
bajadas, algunas terrazas ocupadas y los insolidarios (¿les podemos llamar con
otro nombre?) sin las mascarillas que iban y venían. Ahora la última leyenda
urbana dice que lo importante es guardar las distancias y que ni mascarillas ni guantes son tan
necesarios como recomiendan las autoridades sanitarias. Vamos que su desobediencia,
lo de la carita descubierta, está por encima, muy por encima de lo que puedan
decir los que saben y de la prudencia necesaria.
En uno de esos establecimientos
nuevos, de franquicia, que en Málaga ha salido como por generación espontánea,
esos de autoservicio, de los que abren tres meses, (primer alquiler, segundo de
realidad y tercero de cierre) y en los que se paga por anticipado, en
calle Nueva para más señas, (café con leche y tostada con aceite, uno desde
luego, no descubre América con estas costumbres tan originales) de la botella
de aceite que se supone irrellenable sobre el pan recién tostadito, cae una mosca.
Le digo a la persona que me atiende, que se supone que eso debe ser un
imposible. Me levanto y me voy…
Esta ciudad anhela vivir del
turismo. Tiene el pulso parado en muchas cosas…¿De qué sirven las peticiones de
quienes saben, aconsejando que al turismo se le gana con calidad? Para pulso y
calidad la belleza jacarandá en flor que esta mañana nos ha regalado Marilina…
No hay comentarios:
Publicar un comentario