El maestro Alcántara nos acuñó un
manual de instrucciones para muchas cosas, y lo dejó dicho: “lo mejor del recuerdo es el
olvido”. Por otro lado, hemos escuchado muchas veces eso de “yo perdono, pero
no olvido”.
Un lío, un verdadero lío.
Mientras hay quienes quieren olvidar y no pueden, los hay quienes pueden y no
quieren. Hace unos meses anduve por una de las ciudades con más encanto, con
más embrujo, con más carisma de las que se pueden visitar: Sevilla. Me levanté
temprano, me eché a la calle. En la esquina de Don Remondo con Cardenal Saénz
Flores, un mosaico recuerda el asesinato de Jiménez Becerril y su mujer. Hay
cosas de difícil olvido.
En otros lugares, por aquí
también, hay quienes se empeñan en reescribir la historia, pero no con una
reivindicación justa, objetiva y veraz de lo ocurrido, sino con un afán de
revancha, de algo que puede casi rayar en el odio hacia figuras a las que se
saca de contexto en el espacio y en el tiempo. Quieren ver lo de ayer con
prisma de hoy. Casi un imposible. Estudiar la vida de un bereber del Sahara, o
de un lapón, pero cambiados de sitio…, pues convendrán conmigo como que no, que
por ahí, no arde el puro.
Hay otros olvidos más domésticos.
Tienen su peligro. A los viejos, a algunos viejos, claro, se les ha dejado
morir de mala manera. Las excusas más peregrinas han saltado a las páginas de
la información. No se molesten en buscar un responsable. No existe, la culpa es
del ‘otro’.
Hay más, ahora que el bicho, o
sea, el virus anda suelto y campa por donde le viene en gana, nos consuelan
diciendo que tiene menos virulencia y que pierde fuerza. Yo me pregunto pero
¿mata o viene a merendar y luego se va? No se ha conseguido todavía la vacuna, pero
venden un fármaco que puede ayudar a la cura.
Algunos jóvenes, con ellos parece
que no va la guerra, y otros que lo son menos, pasan olímpicamente de las
medidas de protección. La mascarilla da calor. Claro, ninguno de estos sabe lo
que es regar en medio de un maíz en verano, recoger almendras en agosto o manejar
un martillo en el interior de una mina. A lo mejor, no habría que echar muy
lejos el olvido…
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