domingo, 28 de junio de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Alba



                                               


Y entonces, dice el Libro que Dios dijo: “Hágase la luz y la luz se hizo” y cuenta que a las tinieblas llamó noche y a la luz día, y hubo tarde y mañana y era el día primero de otros días que vendrían después con pájaros y flores y aguas en los océanos y peces y animales de todas las especies y… un hombre y una mujer.

Así llamaba esta mañana el alba. No era el día primero pero sí un día de sol y calor de verano y un cielo limpio, poco más de las seis en el hemisferio norte. Todo, casi todo, para ser más preciso, estaba despertando de la oscuridad y por el horizonte aparecía con intensidad la luz que separaba las tinieblas como quien aparta las sombras de un mal sueño.

En el cielo, otros dirán que firmamento, estaba en su sitio el lucero del alba. Los que saben de estas cosas dicen que es el planeta Venus, el más luminoso después del sol. Aparece dos veces cada día, al amanecer, por el este, como si viniese abriendo paso a la Luz, o sea a la Luz verdadera que todo lo llena e ilumina, y al atardecer por el oeste, despidiendo a luz que sigue su camino para alumbrar otras tierras.

La gente del campo, en otro tiempo, decían que era la hora en que los gañanes se levantaban para echar las pasturas a las yuntas. En las cuadras de vahos calientes esperaban los animales para uncidos ir a la besanas – por cierto, “ me  se perdió la besana / arando en un peñascal…”, ¿sabes? y la copla habla de tu ventana para ir a encontrarla – y arrancar la faena. Había un piafar de bestias y un manoteo continuo contra las granzas del suelo.

Era también la hora en que los cabreros comenzaban el ordeño.  Gotas de la Vía Láctea, suspiros como un repiqueteo de gloria en latón en los cubos de cinc. Las cabras sentían el alivio de las ubres vaciadas en espera del acopio del día.

En la mitología de muchos pueblos al lucero del alba se ha conocido con diferentes nombres. En la religión cristiana se ha asociado con María, bajo la advocación de Virgen del Carmen. Stella Maris, “Salve, estrella de los mares (…) madre del Divino Amor”. Así, así llamaba a la puerta esta mañana el Alba…


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