jueves, 25 de junio de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El amor, ay el amor.






Ramón Llull, - Raimundo Lulio, castellanizado – nació en Palma de Mallorca a finales de 1232 o principios de 1233.  Hijo de padres de Barcelona, está considerado como una de las figuras más avanzadas de su tiempo, o lo que es lo mismo, de la Edad Media. Cercano a los franciscanos, donde profesó en la Tercera Orden, la destinada a acoger a los laicos. El pueblo lo beatificó “por culto inmemorial”.

Mallorca acababa de ser conquistada por Jaime I, incorporándola al Reino de Aragón. De joven entró en la corte como paje del infante, que luego sería Jaime II y conquistador del Reino de Murcia.

De joven llevó una vida licenciosa, de excesivas alegrías en el comportamiento.  Sobre los treinta años, su vida dio un giro total. Vendió  todas las propiedades que adelantó en forma de herencia a su mujer e hijos, volvió a Mallorca y tomó un esclavo (tal cual) árabe, que le enseña la lengua. Predica, viaja, insta hacia la veracidad de su doctrina.

Aflora el filósofo que rebate el racionalismo del cordobés Averroes, el teólogo en contraposición a Santo Tomas de Aquino, contrario al Dogma de la Inmaculada de la que él es un defensor, o el hombre científico que descubre ‘la rosa de los vientos’ y el nocturlabio. Conoce a la perfección la Escuela Cartográfica Mallorquina.

Desglosar todo esto es casi imposible por espacio y tiempo. Como muestras, cabe señalar que la rosa de los vientos, a modo de círculo, señala la procedencia y el nombre de los vientos, hasta el punto que lo hacía como un elemento esencial para la navegación marítima.

El nocturlabio facilitaba el tránsito por los mares, de noche. La combinación de las estrellas según qué tiempo del año, y su posición en el cielo, predecían vientos, tempestades y mareas, de tal manera que a modo de disco de madera o latón con un sistema de agujas, era un instrumento fundamental para la navegación de su tiempo.

Predicó, instó a Cruzadas, asistió al concilio de Viennes. Está enterrado en el convento de San Francisco de Palma. En el Paseo de Sagrera, al final del Born, un monumento eleva su figura. En una de los laterales está inscrito: “El amor es lo que al esclavo hace libre y al libre lo hace esclavo” Ya solo por eso…




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