Andamos convulsos, perdidos,
desorientados. Somos niños grandes, demasiado grandes de cuerpo, y poco
desarrollados de mente aunque parezca lo contrario. No debería ser así pero lo
es.
Me explico. Algunos políticos
están más perdidos que carracuca. En sus buenas intenciones no aciertan ni
cuando se equivocan y otros se equivocan tanto que hasta aciertan. Un marrón
enorme sobre sus hombros. Deben estar preguntándose “qué delito cometí
contra Vos cielos naciendo…” aquello de Calderón, pero aplicado a estos
lodos de la vida diaria.
El pueblo llano, o sea, los que
somos como usted y como yo no sabemos ni de la misa la media, y entre todas las
cosas que se nos ocurren – porque somos más listos que nadie y todos tenemos la
solución en el cajón de la mesa – la mayoría no se salvan ni con bolillas de
alcanfor que dicen que lo conserva todo.
La clase opinadora, es decir, esa
pléyade de sabedores que lo mismos explican el gol aquel, del partido aquel, que
el balón entró limpiando las telarañas del ángulo superior (el inferior, el que está a ras de césped,
no, ese no) del palo corto … que un oxímoron, que de la metempsícosis de la
materia… (No se lo digan nadie, me da un tufillo que hay plaga, casi llegando a
pandemia, de tertulianos).
Van a articular una normativa
(¿?) para regular el uso de cachimbas (sic) y la gente, mucha gente sin cobrar
lo que necesitan para llegar a final de mes, lo están pasando mal, muy mal. Las
colas en Caritas – van por comida, ojo – crecen y crecen…
Y por si fuera poco resulta que
en Tomelloso, - y en otros sitios - de
donde eran Plinio y el señor que lo creó, García Pavón, un mogollón (¿existe
esa palabra) de jóvenes organiza la de Dios es Cristo para divertirse. Las
estadísticas, que son las más falsas de las Ciencias Exactas, pero dicen
verdades dejan claro que ellos, los jóvenes, no se van a morir de esto que se
nos ha venido encima. Vamos que la cosa les va a importar tres leches….
Como esto cunda ahora que
comienza el verano y las noches son más fresquitas, las juergas se van extender
con más rapidez que la pandemia. No le demos más vueltas, estamos en sus manos.
¡Ay, Dios Santo lo que puede estar por venir!
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