Fuera, la noche estaba clara. Una
clara noche de junio.
-
Voy a cerrar la ventana dijo ella, hace frío…
Se levantó despacio, se acercó al
alfeizar, apartó con cuidado hacia ambos lados los visillos de encaje y entornó
los postigos.
-
¿Ha dejado de jugar la luna al escondite? Preguntó
él.
-
Sí, dijo ella que miraba al vacío, ya se ha ido…
Y vio cómo la noche se extendía
por las copas de los árboles y alargaba las sombras en la huerta. Se movían los
pámpanos de la parra. Había un rumor sordo de ramas, de agua que bajaba a
saltos, de piedra en piedra, por la cañada.
-
Entonces dijo él, está perdida, hazle un hueco en tu corazón,
que está la noche fría y hay autillos escondidos que le ululan, porque a estos pájaros
no les gusta la luz de la luna…
-
Está creciendo, dijo ella, y ya casi ilumina todo el cielo. Yo la aguardo,
agregó.
-
Espera, espera, que ya han chapoteado sus rayos en
las aguas del río.
Y
continuó hablando solo, y agregó:
-
Y han acariciado
los campos de trigo. Ya piden hoz de siega los sembrados… Dentro de unos días
será verano, y entonces los racimos de la parra, serán símbolo en los altares
del Corpus.
La noche no tenía estrellas.
Bueno, sí las tenía, pero el cielo iluminado no dejaba verlas. Él supo que la
luna se había ‘escondido’ por detrás de los cerros y el castillo, en la
distancia, era un destello, un reclamo, un hito en el silencio. Estaba ahí desde
que se perdieron los recuerdos. Oteaba vientos o veía pasear la luna como esta
noche…
Alargó la mano, cogió el libro
del Maestro Alcántara como hacía muchas las noches y leyó: “Unas pocas palabras me mantienen: / duda,
esperanza, amor… Siempre me pierdo…/ Amor, duda, esperanza… Siempre me vienen…/
La ilusión, si la he visto, no me acuerdo.”
No dijo nada. Entornó los ojos y pensó en la
luna perdida por detrás de los cerros, y
en el castillo como un ascua de luz que alimentaba sueños, y sintió en su cara
la caricia de la brisa fresca de la madrugada…
Y la ilusión... Sí, también. Mientras pueda leer escritos tan hondos como este. Gracias
ResponderEliminarMuchas gracias, Luis.
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