miércoles, 2 de agosto de 2017

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Arracimadas

Están ahí, arracimas, en la intimidad del vallado que corre junto al camino. Cobijadas al amparo de la sombra. Esperan que el otoño vista de oro viejo los granados, y una alfombra de hojas que bajarán, suavemente, alfombren el suelo.  Ellas, entonces, ofrecerán todo lo que llevan dentro. Sus granos,  rubíes de ensueño, alivio de caminantes y puntos de exotismo en los platos de la mesa.

La granada, dicen, que nació a orillas del Himalaya, en tierras de Irán. El granado, es decir, el árbol que la produce sabe de soportar fríos gélidos en los meses más rigurosos del invierno y de los calores estivales. Aguanta las temperaturas extremas.

Eran estimadas por las caravanas que atravesaban los desiertos. Su facilidad para evitar la desecación la hacía la fruta idónea para  lugares tan agrestes  en una vida tan dura e insoportable. Los babilónicos pensaron que masticando sus granos eran invencibles en las batallas.

De la zona Turano-iraní se extendió por Armenia; llegó al Mediterráneo. Los egipcios la emplearon como licor agridulce con sabor a frambuesa. Y digo yo ¿por qué no con sabor a granada que era la base en su composición?

La medicina griega la utilizó en sus farmacias e Hipócrates, el del juramento, como remedio contra la fiebre y como tonificante natural; la apreciaron los romanos y la Biblia siempre habló de ella en su defensa. En el Islam la consideraron como uno de los frutos de los árboles del Paraíso…

Afrodita, diosa griega del amor y de la belleza plantó el primer granado según la mitología. Era doncella y joven.   Hades, dios del inframundo la ofreció a Perséfone para seducirla; lo consiguió. De ella se hablaba como como “La Doncella” y Ulises la vio cuando bajó a…

El granado es un árbol de porte poco elevado, ramifica bien y sus troncos se revisten de espinas que terminan en púas agudas y muy punzantes. Un vallado de granados supone un lugar de difícil paso y en algunos lugares los agricultores llegaron a emplearlo como seguridad  para los cultivos.


Los bereberes la trajeron por las arenas cálidas del Sahara. Dio nombre a la ciudad del “agua oculta que llora”; “Maestro, - le preguntaron a Agustín -  ¿por qué escribió Granada tierra soñada por mí si nunca estuvo antes en Granada? Por eso, por eso…”


No hay comentarios:

Publicar un comentario