lunes, 7 de agosto de 2017

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Ángel

La tierra está achicharrada. El hombre del tiempo pone el mapa de España con color monocromo; a lo sumo, al rojo abrasador le aparece un chorreo de rosa  intenso y algunas betas de colores más tibios  por las costas. Agosto aprieta; el sol está implacable…

A la calima que dicen que viene del polvo en suspensión de África ahora se le une la pena, un hálito de desgarro por la ausencia de alguien que ha sido mucho en el mundo del  Deporte. Un amante de la moto, de la velocidad, del riesgo, de…

Llora mucha gente; los moteros, más. Ahora, el circuito de Jerez – no habrán tenido tiempo  – va a cambiar de nombre. Se  llamara: “Cicuito Ángel Nieto”. Algo parecido, pero sin nombre son las imágenes que vienen del Jarama. Muchos han llegado bajo el sol tórrido del verano. Han dejado flores, objetos, palabras de recuerdo.

El Premio Príncipe de Asturias no entró nunca en sus vitrinas. Ya ven, cosas que pasan. Quizá este hombre ha recogido el premio mayor de todos los que habría podido recoger: el reconocimiento unánime a lo que hizo. Se lo tributan los que saben de esas cosas. A otros, el tiempo les cogió la delantera…

No hay mejor país para organizar  entierros que el nuestro.  El refranero, lo dice claro: “el muerto al hoyo; el vivo, al bollo”. O sea, mañana, el silencio, aunque hoy España sea un río de lágrimas en la prensa escrita, oral o visual. Yo, ni sé de motos, ni creo que entienda nunca. Alguien dice que eso del ‘doce más uno’ será algo muy difícil que se repita.

Una amiga hace un tiempo me recomendó que paras los días tristes hay una terapia muy buena. “Escucha, - me dijo –música francesa”. Le he hecho caso. Desde que un estúpido  - ¿hay alguno que no lo sea? – accidente ha cambiado un poco el mapa del motociclismo de España un hálito de tristeza flota por el aire.

Acabo de enterarme. La vida de Ángel y la mía nacieron con  dos días de diferencia. Ahora recuerdo, con nitidez, aquella mañana  en el embarque del aeropuerto de Málaga. Te pedí un autógrafo. Me lo firmó en un billete de cien pesetas…


Al  igual que la Venecia de Aznavour, Ángel, ya nada será  igual si faltas tú…

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