martes, 8 de agosto de 2017

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. España sin ir más lejos... Los Monegros

El viajero viene de tierras catalanas. Cruza el Cinca por Fraga.  Deja la Autopista, toma la N-II, a Peñalba; tierra, reseca. Llega al pueblo. No hay nadie por las calles; no se detiene. Sigue camino hacia Bujaraloz.

Entre Peñalba y Bujaraloz,  el Meridiano de Greenwich. O sea, longitud 0. Ha pasado de longitud Este, a Oeste. Recuerda, también, la anécdota. La Reina Victoria Eugenia visita la comarca. Una niña le entrega un ramo de flores. “Majestad, le dice, en verano estamos abrasados; en invierno, nos helamos. Siempre estamos jodidos”.

Toma un café en un bar a la entrada.  A lo lejos,  la torre de la iglesia de Santiago. Soberbia, imponente. Predomina el ladrillo. Hay un sello del mudéjar en todo Aragón. Pasea. La gente está en sus faenas. No encuentra - él que es tan preguntón- a nadie con quien enhebrar palabra…

Se topa con el palacio de Torres Solano. El edificio, renacentista es una joya. La casa, en  piedra de sillería en el primer piso; el resto, de ladrillo. Dos fachadas, tres pisos… Busca la ermita de la Virgen de las Nieves. Está cerrada…

Al mediodía sigue camino. La tierra, plana; el paisaje monótono; todo igual. No hay coches;  la carretera recta y solitaria; bien trazada. La Almolda tiene mucha historia y pocos habitantes; no llega a seiscientos. Los yesos le dan color blanquecino. Romanos, árabes, infanzones… se  dieron cita en este cruce de caminos. Junto a la carretera un silo enorme.

Castejón de Monegros, en  las últimas estribaciones de la  Sierra de Alcubierre, tiene restos de un castillo medieval y mucha esperanza en el campo. Lo regarán con el agua que traerá… el canal. La carretera parte en dos Pallaruelo: casas blancas; sol abrasador en verano y viento desolador en invierno; nieblas y restos de sabinas albares.

Entre todos los pueblos, hasta una treintena, superan por muy poco los veinte mil habitantes. Sariñena, la capital de la comarca, tiene una laguna endorreica que fue salada. Su aeródromo, pieza básico para la aviación republicana.


La vista se pierde en el horizonte. Sigue camino por la tierra de Monegros; recuerda la letra de la Jota: “Trabajando sin respiro / así tienes mi querer / dando vueltas con el aire / como la cruz de un molino…”.

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